Por Luis Villanueva
Si desea usted leer la primera entrega, puede acceder a ella en la siguiente liga:
Stephen Fuller Austin. La colonización de Texas. Una
Síntesis
Desde
un año antes de la muerte de su padre, Stephen F. Austin aparentemente había mostrado
vacilación para entrar en la empresa texana. En una carta escrita a su cuñado
en abril de 1820, expresó sus planes de permanecer en Arkansas durante el
verano, “y después de esto, es incierto a donde iré”. En una
segunda misiva escrita en junio, le pidió que, si viera a Moses, su padre, le
dijera sus planes de ir a vivir a la desembocadura del río Blanco; pero si
esto no fuera posible, entonces bajaría por el Mississippi en busca de empleo.
En julio, Austin aceptó una oferta del gobernador de Arkansas para ocupar un
escaño en el tribunal judicial de ese mismo estado; pero apenas había tomado
posesión cuando renunció y a fines de agosto ya se encontraba en Luisiana. A
inicios de diciembre, un envío expresaba la esperanza de Stephen Austin de
establecerse permanentemente en ese último lugar. En enero 20 de 1821, escribió
a su madre que desconocía por completo sobre los proyectos de su padre, aunque
estaba en el entendido que en febrero estaría en camino de vuelta a
Natchitoches. Mientras tanto, Stephen viajó a Nueva Orleans en busca de
trabajo, en donde se ofreció, entre otras funciones, como empleado o
supervisor, Es en este momento cuando conoció a Joseph H. Hawkins, un abogado que
su hermano había tratado en Lexington y quien le ofreció enseñarle leyes,
hospedarlo y prestarle sus libros y dinero para ropa. “Una oferta tan
generosa [dijo Austin] y de un hombre que dos meses antes me era
completamente desconocido, casi ha hecho cambiar mi opinión de la raza
humana…He determinado aceptar el ofrecimiento de Hawking.” Entre
tanto, Stephen estuvo desempeñándose como asistente de editor del Louisiana
Advertiser. Este plan cambió con el éxito de su
padre, Moses Austin, en Texas. Hay una carta del 22 de mayo que indica que hubo
correspondencia previa con Stephen, pero ninguna ha sobrevivido al tiempo. Sin
embargo, es evidente que había entendimiento entre ellos y que esto fue el
motivo por el cual el viejo Austin incluyó a Hawking dentro de la empresa
texana. Una misiva de su madre con fecha del 8 de junio, le informa de la
desesperada enfermedad de su padre y otra más de James Bryan, le repite
los ruegos de Moses para que lleve a cabo el contrato de colonización. Austin
parte a Natchitoches el 18 de junio para encontrarse con la escolta que el
gobernador de Texas, coronel Antonio María Martínez, había enviado para acompañar
a Moses Austin de vuelta a San Antonio de Béjar. Que Stephen estuvo
preparándose para ello, lo demuestra el hecho que en Nuevo Orleans consiguió entre
ocho y diez hombres para reconocer el territorio. También, anticipando la
muerte de su padre, Stephen acordó con Hawkins abrir su correspondencia y
notificarle a aquél por mensajero especial cuando esto ocurriera. Austin
llegó a Natchitoches el 26, encontrándose con los enviados de Martínez, don
Erasmo Seguín
y don Juan Berramendi, entre otros españoles más. El 4 de julio le escribió a
su padre, enviándole una traducción del permiso otorgado por el comandante
general, Joaquín de Arredondo, para colonizar Texas (17 de enero de 1821). El 7
dejó a Seguín para continuar hasta un campo cerca de la casa de McGuffin, en
donde se unió a su grupo y permaneció hasta el 9 debido a la pérdida de algunos
animales. Al romper el alba del día 10, supo de la muerte de su padre, pero
continuó hasta el poblado de Sabine, en donde estuvo todo el 11, retornando a Natchitoches
el 12. Escribió a su madre que él continuaría con la empresa iniciada por su
padre. Abandonó ese poblado el 14, adelantándose Seguín y retorna a Sabine el
15. En su diario da detalles de su itinerario y observaciones sobre el
territorio que atravesaba. En el poblado de Nacogdoches, 36 de sus habitantes
se sumaron al escuchar a Seguín entregar las órdenes del gobierno y nombraron
temporalmente a James Dill como cabeza
de ese asentamiento, aunque varias familias de allí accedieron a moverse dentro
de la concesión de Austin. El grupo dejó Nacogdoches el 21 de julio, después de
retrasos en su salida debido a enfermedades y a la búsqueda de un hombre que se
perdió en el bosque, llegando a San Antonio de Béjar el 12 de agosto. Seguín
escribió al gobernador Martínez el 10 desde la zona del río Guadalupe, el grupo
de Austin estaba compuesto por 16 personas y que Stephen era un hombre con el
cual el gobernador podía obtener buenos resultados. También le sugirió que
preparara cuartos confortables para este a su llegada. Por otra parte, en una
carta escrita por Félix Trudeau, cónsul español en Natchitoches, igualmente le expresó
una opinión muy favorable sobre el colonizador. Martínez
recibió muy cordialmente a Austin en San Antonio de Béjar, reconociéndole sin
demora como heredero de la concesión de su padre el 14, para luego entrar en
arreglos detallados con respecto al establecimiento de la colonia,
autorizándole explorar las tierras del Colorado y el cauce de este río hasta la
desembocadura; y también para introducir provisiones, herramientas e
implementos de granja libre de impuestos a través del puerto de San Bernardo,
exención que había sido legalizada por el comandante general. Por su parte,
Austin tenía bajo su responsabilidad el buen comportamiento de los inmigrantes,
no admitiendo a nadie sin cartas de recomendación de sus respectivos sitios de
residencia; y hasta que el gobierno pudiera organizar la administración local,
ellos “deben ser gobernados por y estar subordinados a” Austin.
El 18, Stephen presentó el memorándum de un plan para la distribución de
tierras entre los colonos, el cual, tras ligeras modificaciones hechas por el
gobernador Martínez, fue formalmente aprobado al día siguiente. Cabe mencionar
que, por aquellos años, el territorio de Texas era inhóspito y despoblado, en
donde solo existían algunos asentamientos, misiones y presidios como los de San
Antonio de Béjar y Nuestra Señora de Loreto de la Bahía (conocida como “La
Bahía”). También existían grupos de indios que estaban en pie de lucha y que se
mostraban hostiles a las nuevas fundaciones. El 21, Austin reanudó el camino siguiendo
la ruta a lo largo del río San Antonio, escoltado un tiempo por el gobernador,
el Barón de Bastrop y Berramendi. El primer día, el grupo llegó a la misión de
San Juan Capistrano, en donde el colonizador detalló en su diario sobre las
misiones y sus sistemas de riego. Posteriormente, llegaron a La Bahía el
domingo 26, en donde al día siguiente presentó sus credenciales al alcalde y
solicitó guías, como había sido instruido hacer por el gobernador. El alcalde
le dijo que solo había dos soldados competentes para ser guías, pero que no
podía prescindir de ellos sin una orden especial del gobernador. Austin decidió
esperar hasta que el alcalde recibiera instrucciones a ese respecto, y dedicó
el tiempo de espera en escribir cartas y preparando a seis de sus acompañantes para
que volvieran a los EE. UU., con los caballos y mulas que sobraban, (alrededor
de 60), lo que indica que posiblemente contaba también con alguna licencia de
comercio. El 1 de septiembre, el mensajero retornó con la noticia de que el
gobernador no tenía elementos para sustituir al par de soldados guías, por lo
que, a recomendación del alcalde, Austin se valió de Manuel Becerra, uno de los
regidores del pueblo, además de contratar dos indios Jaraname “como
pilotos”.
Partieron
el 3 siguiendo el camino a Opelousas por 16 millas hasta el arroyo Coleto, en
donde el grupo giró hacia abajo hasta el río Guadalupe y siguieron su cauce
hasta alcanzar la bahía de San Antonio. El 7, Austin pidió al guía ir a la
vieja misión y presidio de La Bahía. Entonces, Becerra tomó rumbo al Este,
aunque el sitio que estaba buscando estaba cerca de la desembocadura del arroyo
Garcitas, casi al Noroeste. Después de andar 15 millas, subieron por la orilla
de una de las ensenadas de la bahía Lavaca, para luego deambular varios días por
la costa occidental de este mismo sitio. Austin se dio cuenta que el guía no
conocía el territorio y lo despidió. Esto último se desprende del reporte de
Becerra en su retorno al poblado de Goliad (La Bahía); sin embargo, su aparente
ignorancia se origina en el hecho que, mientras el permiso de Austin solo le
autorizaba a explorar el Colorado, estuvo mapeando cuidadosamente el valle del
río Guadalupe y parte de la costa. Continuaron hacia el noreste hasta llegar al
río Colorado entre los actuales pueblos de Columbus y Wharton. Siguieron río
abajo alrededor de treinta millas y giraron nuevamente hacia el noreste, hasta
llegar al río Brazos el 20 de
septiembre, cerca de San Felipe, lugar donde más tarde establecería su capital.
En este sitio dividió al grupo para explorar ambos lados del Brazos, partiendo
el 22 hacia Natchitoches, a donde llegaron el 1 de octubre. En su viaje a San
Antonio y en subsecuentes exploraciones, Austin atravesó una región ahora
ocupada por 23 condados, obteniendo una impresión muy certera del curso bajo de
los ríos San Antonio, Guadalupe y Brazos. Cabe señalar que en esta vasta región
solo había dos villas, con una población total, según el gobernador, de 2 516
almas. Estos eran San Antonio de Béjar y La Bahía o Goliad. Nacogdoches había
sido, antes de la revolución y de las expediciones filibusteras que iniciaron
en 1812, un poblado con cerca de mil personas, pero la guerra y la rapiña
dispersaron a sus habitantes y cuando Moses Austin pasó por ella a fines de
1820, se encontraba abandonada. Unos cuantos rezagados e ilegales americanos de
los alrededores, fueron acogidos por Seguín, a los cuales se les dio una
organización local durante el verano, tal y como se detalló párrafos arriba. La
población en general se encontraba dispersa aquí y allá a lo largo de los ríos
Sabine y Rojo; y de cuatro misiones cercanas a San Antonio, una estaba
abandonada, tres se encontraban ocupadas con la tierra cultivada por las
familias del poblado, pero todas casi en ruinas. Las dos misiones cercanas a La
Bahía se mantenían, pero los sacerdotes no tenían autoridad y los indios iban y
venían a su antojo. En ese sitio también había algunos soldados y en San
Antonio había una guarnición fuerte, pero el Ayuntamiento se quejaba de que
estaban sin monturas, mal uniformados y sin suministros; que eran inútiles en
el campo y una molestia en las barracas, de donde se veían obligados a salir y obtener
algo para subsistir robando a los ciudadanos. Por otra parte, el gobernador
aparentemente veía con buenos ojos la ocasional partida de caballos y mulas a
Natchitoches, y era ciego cuando los audaces aventureros llegaban con esos
animales cargados con tabaco, harina, ropa, zapatos, entre otros productos.
Austin observó que había circulante suficiente en La Bahía debido al comercio
entre Natchitoches y la costa, pero el poblado estaba en ruinas y la gente
vivía muy pobremente, teniendo un poco de ganado y caballos que habían escapado
de los indios y cosechando algo de maíz. En sus casas no había muebles o los
tenían contadamente. Tampoco había cuchillos, por lo que comían con tenedores,
cucharas o con los dedos. El gobernador Martínez comentaba que era
absolutamente necesario para la nación hacer esfuerzos para poblar la provincia,
y que esto sería más fácil y menos caro si se ofrecían incentivos que atrajeran
extranjeros rápidamente al país. De allí su bienvenida a Austin. Desde
Natchitoches, Austin envió a Martínez un reporte de su reconocimiento,
delineando las fronteras que deseaba para su colonia y su plan final para para
la distribución de tierra entre los colonos. Aunque tenía planeado distribuir
los asentamientos en el valle entre el Colorado y el Brazos, el área solicitada
ahora era mucho más grande: desde la desembocadura del río Lavaca hasta su
nacimiento, de allí a lo largo de la cuenca entre los ríos Guadalupe y Colorado
hasta un punto situado seis leguas por arriba del camino Béjar-Nacogdoches,
para seguir paralelo al camino hasta la cuenca de los río Brazos-San Jacinto,
bajando hasta el mar y a lo largo de la costa hasta el punto de inicio. Por su
parte, cincuenta familias de los alrededores de Nacogdoches se habían agregado
a la empresa entre noviembre y diciembre, pero como Austin no podría estar allí
para recibirlos, envió un agente como supervisor para prevenir que se
sobrepusieran ubicaciones. También envió a Josiah H. Bell, uno de sus
anteriores asociados en Arkansas, para ejercer temporalmente en el asentamiento
las labores de justicia y paz. En Natchitoches encontró cerca de cien cartas de
Misuri, Kentucky y otros estados del occidente y se convenció que podría
establecer mil quinientas familias tan fácil como las trescientas consideradas inicialmente.
Desde que Martínez decidió la rápida colonización de la provincia, Austin
propuso un plan con el cual podría lograr esto: dejó al gobernador que nombrara
un comisionado o superintendente de inmigración, que conociera las condiciones
en los Estados Unidos y el carácter de sus habitantes tan también como la
calidad y situación de las tierras en Texas (él mismo en corto) y un agrimensor
general, el cual, independientemente del comisionado, podría actuar solo en los
certificados emitidos por él y dejar a ambos oficiales la administración de las
regularizaciones de colonización que el gobierno deseara prescribir. Por otra
parte, la distancia a San Antonio, lo caro del viaje, la incertidumbre y
dificultad de hacer frente a un gobierno en un idioma que no entendían podría
disuadir al mejor tipo de inmigrantes a arriesgarse en la aventura. Martínez
aprobó el plan y recomendó a su superior su adopción y el nombramiento de
Austin, “porque es un sujeto que sabe y quien durante su estancia en esta
ciudad dio la impresión de ser un hombre de honor, de escrupuloso respeto por
la formalidad y de querer aprender a desempeñar los deberes propuestos por su
difunto padre”. Con todo, la recomendación
fue
rechazada. Fragmento del “Map of Texas. With
Parts of the Adjuining States. Completed by Stephen F. Austin” (1836), en donde
se aprecia la colonia Austin. Los límites som muy semejantes a los planteados inicialmente
por el colonizador en 1821.
El
10 de noviembre, Austin regresó a Nueva Orleans para hacer algunos arreglos de
último momento. También compró un pequeño barco, la goleta Lively, de 30
ton., a un costo de $600 y cuya mayor parte fue cubierto por Edward Lovelace,
uno de los hombres que lo acompañó en su exploración del verano pasado. Hawkins
lo equipó y la nave zarpó a fines de noviembre con provisiones, herramientas,
semillas y entre 17 y 18 inmigrantes, con instrucciones de seguir la línea de costa
desde la isla de Galveston hasta el río Guadalupe, desembarcar en la boca del río
Colorado, levantar una estacada, sembrar y cultivar cinco acres de maíz y
permanecer al servicio de Austin hasta diciembre de 1822, fecha en que él les
daría a cada uno de ellos 40 acres de tierra y la mitad del rendimiento de la
cosecha. Entre tanto, este había accedido a proporcionarles herramientas y
animales de trabajo, además de pagar sus gastos de manutención mientras
estuvieron a su servicio. Austin firmó con Hawkins un contrato para formalizar
su acuerdo previo, por el cual el segundo comprometió $4 000 para inaugurar la
colonia y el primero daría a Hawkins la mitad de la tierra y otros beneficios
derivados de la empresa. Desde agosto, Austin había escrito en Goliad los
términos que proponía para la colonización, los cuales aparecieron publicados
en los periódicos del valle del Misisipi, levantando gran interés. Stephen
había dado su oferta definitiva: los colonos recibirían la cantidad de tierra
indicada en su carta al gobernador Martínez desde Natchitoches -Mecánicos y
hombres de capital se les daría tierra adicional y privilegios “en acuerdo
a su capacidad para ser útil”. Por su parte, los colonos debían hacer
juramento de lealtad al recién establecido gobierno mexicano, pagar a Austin
20.5 centavos por acre de tierra, la cual quedaría libre de cualquier otro honorario
y gastos; y colonizar y cultivar una parte de la tierra concesionada para enero
de 1823. Además, nadie sería admitido si no “da satisfactoria evidencia
de ser un ciudadano moral, sobrio e industrioso”. Finalmente, y
de acuerdo con las instrucciones de Martínez, Austin firmó como “Comandante
Civil de la Colonia”. Los
detalles sobre su retorno a Texas se han perdido, pero probablemente Austin dejó
Nueva Orleans el 25 de noviembre. El 7 de diciembre estaba de vuelta en
Nacogdoches, de donde, sin dudarlo, partió al interior. Durante su ausencia, pocas
de las “cincuenta o más” familias de las cuales había escrito a Martínez desde
Nacogdoches, se habían mudado. No obstante, durante enero y febrero de 1822 el
movimiento hacia la colonia fue más activo. Era de entenderse, pues para los
colonos fue necesario dejar los EE. UU. después de recogida su cosecha y llegar
a Texas a tiempo para sembrar la siguiente. Mientras tanto, Austin empleó ese
par de meses para buscar al grupo que el Lively debió haber desembarcado
en la boca del Colorado. Como no los encontró allí, fue a San Antonio para
notificarlo al gobernador Martínez. Por varios meses el destino del Lively
fue motivo de ansiedad para Stephen, corriendo el rumor entre los primeros colonos
y más tarde en la tradición, que el barco se había perdido sin que se supiera
nada más de él. La realidad es que la nave, después de partir de Nueva Orleans
el 3 de diciembre, navegó más allá de la desembocadura del río Brazos; el 23
regresó a ese sitio y desembarcó su carga y a los colonos creyendo que era la boca
del río Colorado. Se desconoce qué fue lo que sucedió en la goleta durante esos
20 días, pero la nave navegó hacia el Sur para hacer sondeos y algunos de los colonos
que quedaron atrás, esperaron que regresara, pero no volvieron a verlo más. No
obstante, el barco navegó hasta Nueva Orleans, donde arribó en algún momento
antes del 6 de febrero. Tomó más carga y pasajeros y zarpó hacia Texas en mayo
o junio, pero naufragó en la costa occidental de la isla de Galveston, con la
consiguiente pérdida de toda su carga. Los pasajeros fueron rescatados de la
isla por la goleta John Motley y dejados en la boca del Colorado. Entre
tanto, el grupo en la desembocadura del río Brazos, decepcionados por no haber
encontrado a Austin, se dividió en dos grupos dirigidos por un par de colonos
que conocían algo de la zona por haber participado en la exploración del verano
pasado. Mientras uno de ellos llevó vanamente a su grupo corriente arriba en
búsqueda de un sitio para asentarse, el otro permaneció abajo para vigilar una
casa grande que habían construido cerca de una pequeña cascada. Cuando
volvieron a reunirse, se mantuvieron a la ventura, tratando de levantar una
cosecha de maíz debido a que sus reservas de alimento prácticamente se habían
consumido. La severa sequía de 1822 dio al traste con sus esfuerzos y
finalmente todos los colonos, salvo dos o tres, regresaron a los Estados
Unidos.
En
San Antonio de Béjar, reciente la decepción en la desembocadura del río
Colorado, una nueva sacudida esperaba a Stephen Austin: El gobernador Martínez
había actuado sin consultar a su superior para reconocerlo como el sucesor de
su padre. Aparte y a sabiendas de la condición desértica de Texas, de las
dificultades de comunicación y del viaje, y de que los colonos deben tener
subsidios permanentes para que puedan construir refugios para sus familias y
sembrar, aprovechó los planes de Austin para distribuir la tierra y además, respaldó
su sugerencia de que se nombrara un comisionado de inmigración. Por otra parte,
en Monterrey, cien leguas al Sur, el comandante general y la diputación no
tenían el conocimiento de aquellos problemas prácticos, ni tampoco compartían
el anhelo del gobernador texano de colonizar el territorio. Ellos respondieron
al reporte de Martínez de que Austin no debía “distribuir tierras,
nombrar jueces o asumir cualquier autoridad”, pero que en todos los
casos él podría hacer saber sus deseos al gobernador superior (ellos mismos), y
esperar sus decisiones. Y mientras tanto, los inmigrantes podían ser ubicados provisionalmente
en algún sitio designado por el ayuntamiento más cercano. Por ese tiempo, el gobierno
mexicano había iniciado una política de colonización en Texas y las californias
y a sabiendas de este cambio en la política migratoria y que podría ser
demorada la resolución sobre la concesión de Austin, Martínez le aconsejó que fuera
a la Ciudad de México a tratar de que se lo confirmasen. Esta fue una
contingencia completamente inesperada y estresante para el colonizador, pues
tenía la responsabilidad con los inmigrantes que habían traído a Texas, quienes corrían el riesgo de sufrir una gran demora en obtener sus tierras.
Stephen Fuller Austin (1793-1836)
Imagen de encabezado: "A New Map of Texas, with the Contiguous American & Mexican States . . . 1836". BLR. Barry Lawrence Ruderman. Antique Maps Inc. https://www.raremaps.com/gallery/detail/91525/a-new-map-of-texas-with-the-contiguous-american-mexican-s-mitchell-young
Bibliografía:
- Barker, Eugene C. The life of
Stephen F. Austin, USA, Cokesbury Press, 1925
- Baker, Eugene TSHA, “Texas State Historical
Asociation”. “Lively”, https://www.tshaonline.org/handbook/entries/livelyC. Annual
Report of the American Historical Association, for the year
1922. The Austin papers (V. II),
United States, Goverrment Printing Office, 1928, p. 60