“Representación del vecindario de
Veracruz
al Escmo. Ayuntamiento constitucional”
"Escmo. Sr.- Los que suscribimos
el presente ocurso, á nombre, y prestando caución por el estado eclesiástico
secular y regular, y por todas las demás gerarquías y clases de que se compone
el benemérito vecindario de esta ciudad, y en uso de la acción popular que en
derecho nos compete, imploramos respetuosamente la protección de este Escimo.
ayuntamiento constitucional, en medio de la consternación y amargura en que nos
han puesto las disposiciones que ha adaptado el señor gobernador intendente de
esta plaza en orden de su defensa.”
“Son de tal magnitud y tan
perniciosas consecuencias, que si la común notoriedad y el testimonio de
personas fidedignas, que han oído de su propia boca no lo afirmasen, las
calificaríamos de una paradoja; con tanto mayor fundamento, cuanto que á
primera vista son incompatibles con su natural humanidad, justificación y
lenidad de su carácter. Sin embargo, los hechos lo confirman, y dan lugar a
persuadirse, que desde luego han obrado en su recto ánimo las ideas de algunos
espíritus inquietos é inflamados, que no han considerado los estragos que
necesariamente seguirse de un plan sobremanera violenta y perjudicial.”
"Este se reduce en sustancia á
haber resuelto resistir cualquiera intimación ó ataque de las tropas
independientes hasta el último estremo en que le falten los recursos para
sostenerse; que en este caso hará volar los baluartes de Concepción y Santiago,
para cuyo efecto ya se está minando, retirándose al castillo con el resto de la
guarnición, y desde este punto demoler la ciudad con sus fuegos y los del navío
Asia, mientras le duren los víveres que haya acopiado en dicha fortaleza;
terminando esta catástrofe horrorosa con prevenir su explosión, incendiando los
almacenes de pólvora que hay en ella, haciendo antes dar la veta á los buques
que haya en el puerto, mandando echar a pique los menos útiles en el canal para
que quede enteramente cerrada, y regresando á Europa después de ocasionar tanto
cúmulo de desastres.”
"No tratamos de inculpar las
providencias del gobierno en los asuntos militares, agenos de nuestros
conocimientos; pero se nos permitirá entrar en consideración de las que tienen
un íntimo enlace y conecsion con los intereses públicos, bajo la solemne protesta
de que no intentamos en manera alguna faltar al respeto y decoro que por tantos
títulos merece tan digno gefe, sino
esclarecer los particulares de que se trata, en cuanto conduzca á comparar los
daños con las ventajas que pueden resultar de llevar á efecto el citado plan.”
“Asientan los políticos y
jurisconsultos, que así como el celo impetuoso y ecsaltado se convierte en
tiranía, la entereza y el valor degeneran en temeridad y arrojo si esceden los
límites de la moderación y de la prudencia: que los pueblos no se hicieron para
las autoridades, sino las autoridades para los pueblos; que éstos no deben ser
tratados como una manada de corderos, llevándose á impulsos de cayado, de la
honda y de la precipitación hasta el matadero, pues que son unas sociedades de
hombres racionales y libres, amparados por las leyes; y que cada funcionario
público tiene por ellas marcadas por sus facultades, dirigidas todas á la común
tranquilidad, seguridad de las personas y bienes de sus subordinados, sin deber
escederse de ellas en lo más mínimo , so pena de incurrir en una severa
responsabilidad.”
“De estos luminosos principios se
sigue por ajustada ilación, que si el señor gobernador ha jurado y está a su
cargo la defensa de esta plaza, hasta aquel punto que permiten la
circunstancias y enseña el arte de la guerra, no está en su arbitrio ni depende
de su voluntad ofenderla arruinaría con
el castillo de San Juan de Ulúa, entes de consentir en una honrosa y prudente
capitulación que salvaría la vida é intereses de sus habitantes. ¿Qué se diría
del general de un ejército que habiendo perdido la batalla, mandase degollar su
tropa para que no fuese prisionera de sus enemigos? ¿Qué concepto hará el
supremo gobierno de la monarquía, de unos hechos que degradarían altamente á la
nación, y que atropellan al soberano congreso en la ocasión misma en que se está
discutiendo en él la suerte de las Américas? ¿Qué ocasión no se daría a los
independientes para graduar de bárbaro semejante atentado, haciendo renacer un
odio implacable contra todo europeo, y exponiendo las vidas de los que se
hallan bajo su dominio, si fuera capaz de que hollasen las bases de unión y de
fraternidad que han proclamado? ¿Cuáles serían los beneficios que redundarían á
la matriz en arrasar esta plaza con el castillo y cargar el puerto? Y por último, ¿qué tremendos serían los cargos
que se hiciesen á quien lo determinara, y á cuantos cooperasen á un intento
propio Calígulas y Nerones?”
“Los edificios que comprenden el
circuito de esta ciudad con sus templos y obras de fortificación, están
graduados por la parte más corta en veinte millones de pesos; se ignora el
costo total que ha tenido el castillo; pero calculándolo, que es nada comparativamente,
en otros diez millones, serían treinta los que sin mérito ni utilidad de la
nación se sacrificarían en el presupuesto caso; dejando á perecer un número
considerable de propietarios, cuyos alimentos y los de sus familias dependen de
los arrendamientos. Si son los efectos comerciales, van de doce a quince
millones los que hay almacenados. ¿Y sería posible embarcarlos é estraerlos en
los instantes más críticos y apurados? ¿No quedarían sepultados entre los
escombros y ruinas de las casas? ¿Y en quiénes refluiría este daño enorme? En
los negociantes pacíficos de la Península.”
“No es menos entendible que este
pueblo se compone en la mayor parte de gente europea. ¿Y habría razón para que
sus mismos compatriotas pongan su ecsistencia en tan inminente peligro, así
como también la de los patricios, que son igualmente españoles y acreedores a
la protección del gobierno? ¿Qué delito hemos cometido para que se nos
sentencie á una muerte tan desastrada? No queremos, porque el derecho natural
nos incita a conservar la vida, pues aunque la sacrifiquemos, si necesario
fuera el bien de la Iglesia y del Estado, no nos conformaríamos en perderla
únicamente por un error o capricho. Los atentados del día 25 de mayo del año
pasado, que se atribuyeron al mismo pueblo, como otros diferentes, nadie ignora
que no fue él quien los promovió sino unos cuantos sugetos, escitados de un
celo acalorado e irreflecsivo, y no hay mérito para que paguen seis mil
personas lo que hicieron cuatro o seis.”
"¿No bastan los trabajos, las
vigilias, los peligros y las privaciones que desde principios del anterior
Junio han experimentado y sufrido con tanta resignación estos moradores, sino
aun se trata de que apuren hasta las heces el cáliz de la tribulación y la
amargura? ¡Ah, Sr. Escmo…! Las entrañas se conmueven, y si fueran de bronce, se
romperían al contemplar las lágrimas, el espanto y el sobresalto en que yacen
sumergidas todas las familias, ansiando cada cual por emigrar de esta ciudad,
previendo los males que les amenazan, y escarmentados de los sucesos del 7 de
Julio. Así que, los pudientes se van trasladando a Jalapa y otras partes, en
que se consideran seguros de una escena infausta y desgraciada, y los campos se
van llenando de los pobres que huyen del peligro en que se creen, caminando á
pié, cargando con sus hijos tiernos, sin tener más albergue que una choza á la
sombra de los árboles, ni más sustento que lo poco que hayan podido llevar
consigo, expuestos á ser víctimas, como ya lo están siendo, de la intemperie,
de las enfermedades y de la indigencia, y ninguno quedará en la plaza dentro de
muy poco tiempo, máxime cuando se advierte cualquier aparato de sitio.”
“Sean no fundados ó infundados
estos temores, lo cierto es, se ha dado sobrada causa para ellos, y para que
esté el pueblo sobre ascuas viendo tratar á sus vecinos como si fueran unos
traidores; no es cordura abusar de su paciencia y tolerancia, y la humanidad y
la justicia reclaman imperiosamente que se nos haga entrar en una segurísima
confianza capaz de que se concilie el sosiego público, y de que se eviten los
gravísimos perjuicios que solo en el amago de semejantes disposiciones están
resintiendo estos habitantes, los cuales en tan afligida situación acuden a V.
E. como á su custodio y representante,
suplicándole con los conatos de su corazón, que sin pérdida de momento se sirva
interponer su mediación con el señor gobernador intendente, y si necesario
fuere, elevar nuestros clamores al Escmo. Sr. Capitán general y gefe superior
político D. Juan O-Donojú, á fin de que instruidos del lamentable peligroso
estado en que se halla esta plaza y sus moradores, tenga a bien tomar una
ejecutiva resolución, que nos ponga a salvo de la trágica suerte que nos
espera, tan opuesta a las ideas pacíficas y liberales de S. E.; dando
asimismo cuenta al soberano congreso de
la arbitrariedad con que se infringe el código constitucional, y de la
violencia y ninguna consideración con que son tratados los ciudadanos
españoles.”
“Por tanto, a V. E. rogamos
atentamente se digne acceder á nuestra presente solicitud, como corresponde en
justicia.”
“Veracruz 15 de septiembre de
1821.” [17]