Isla de Sacrificios
Viernes 28 de mayo
Durante el día
En una isla cercana a la de Sacrificios,[1] los filibusteros estuvieron separando y repartiendo la ropa robada. La cantidad era enorme, tanta, que una vez clasificada, empezaron a embarcarla y no pararon hasta que levaron anclas. Había camisas tan finas, que uno de los filibusteros dio al barquero que llevaba el sustento para los cautivos, cuatro camisas muy caras a cambio de que le consiguiera en la ciudad una caja para guardar su parte. Ese día la cantidad de alimento que recibieron fue muy frugal, porque la mayoría fue llevada a las naves piratas y otra parte, repartida entre los negros.[2]
Isla de Sacrificios
Sábado 29 de mayo
Durante el día y la noche
La tortuga, soasada, vino a aliviar un poco el hambre de las personas. Era de tan buen tamaño, que hubo ranchos a los cuales les tocó una porción considerable de carne. Durante la tarde, Lorencillo envió desde su navío dos petates de bizcocho que él mismo repartió entre los cautivos. Muchos lo veían de manera agradecida, pues pensaban que, si no hubiera sido por él y su contundente intervención, a esas horas el general Van Hoorn ya les habría pasado cuchillo[6].
Como al medio día por fin llegó el rescate y fue puesto frente a la isla en un sitio en camino a la boca del río. De inmediato salió de la isla una piragua con los 20 acaudalados[7] entre los que se encontraba el gobernador Luis Bartolomé de Córdova, además de un número igual de filibusteros para recoger, y luego trasladar, los 150 mil pesos a una tartana. Hecho esto, liberaron a todos los cautivos menos al gobernador, que fue llevado de regreso a la isla. Es de hacer notar que los corsarios embarcaron la mercancía más valiosa en los barcos pequeños[8], pues siendo naves ligeras, podrían escapar rápidamente de una persecución o enfrentamiento, quedando las naves de mayor calado como escudo. Así, se minimizarían las pérdidas en el caso de que estas últimas fueran hundidas en un eventual combate.
Isla de Sacrificios
Domingo 30 de mayo
Mientras, en el horizonte podía verse como la flota filibustera se alejaba lentamente debido a lo escaso del viento y a la mucha carga en las naves.[20] [21]
Isla de Sacrificios
Lunes 31 de mayo
Durante el día
Los barcos estuvieron haciendo viajes de ida y vuelta a la isla para llevar a la gente a tierra. Pero debido al arribo de la armada, olvidaron en la Nueva Veracruz el envío de alimento. Entonces, en uno de los viajes a tierra, en lugar de llegar el transporte al punto de desembarco frente a la isla, se dirigió al muelle de la ciudad para avisar de la situación. De inmediato, el vicario de la fortaleza de Ulúa que se encontraba en ese momento en tierra, solicitó al gobernador interino que enviase con urgencia comida y agua, mismos que llegaron en dos barcos a Sacrificios pasadas las once de la noche.
Durante el día, la flota española, compuesta por dos navíos de escolta, la capitana Nuestra Señora de la Concepción y la Almiranta, Nuestra Señora de Guadalupe y 18 barcos mercantes más de diferentes calados, fue tomando poco a poco posición frente a la ciudad y en los alrededores de San Juan de Ulúa. En la capitana se trasladaba el general Diego Fernández de Saldívar y en la almiranta, el almirante Diego Carlos de Orozco[26], quienes, al desembarcar, se encontraron con una ciudad asolada y a una población lastimada, arruinada, humillada, triste…
Heroica
ciudad de la Nueva Veracruz
Martes 1 de junio
Durante la mañana
Los últimos vecinos que quedaban en Sacrificios fueron llevados a tierra al amanecer de este día y luego trasladados a la ciudad a lomo de caballo por los mulatos. Durante el recorrido por la playa, pudieron ver cómo eran devorados por nopos y perros, los cadáveres de las mulas y caballos ensillados y enfrenados. Al llegar a la Nueva Veracruz, la gente se encontró con el ajetreo que producía la llegada de la flota: muchos mercaderes y marineros veían con curiosidad los daños en las construcciones y calles, soldados de a pie y a caballo realizando rondines en la plaza y sus alrededores. También vieron los llantos y gemidos de los conocidos y parientes que se abrazaban buscando consuelo, de las madres reencontrados con sus hijos y esposos, del dolor de centenas al saber de algún familiar muerto por las penurias, los golpes o acaso asesinado de un alfanjazo. También por ver sus casas destruidas y sus bienes saqueados o destrozados.
Las calles, además de haberlas convertido los saqueadores en letrinas, estaban cubiertas de pedazos de puertas, ventanas y mobiliario de las casas y edificios. Y es que todo aquello que los filibusteros no podían llevarse, lo destruyeron. En la iglesia mayor, los sagrarios se encontraban desbaratados, al igual que la vidriera de Ntra. Señora de la Soledad, los ornamentos y las cajas de las limosnas. Todo se encontraba lleno de las inmundicias y olores nauseabundos que surgían de cada rincón del edificio. Por otra parte, aunque no hubo iguales destrozos en las demás iglesias y conventos, el saqueo sí fue una constante.
El monto de lo robado varía de autor en autor, pero según el padre Juan Ávila fue
“…en reales millón y medio en joyas, perlas, plata labrada y de las iglesias…más otro millón en grana, aceite y vino...y los ciento cincuenta mil pesos del rescate otro millón. En ropa de las tiendas y almacenes, ropa de vestir y de arreo de casa otro millón. En más de dos mil esclavos que se llevó murieron y en lo que destruyó en la ciudad de alhajas, caballos, mulas y ganados otro millón”.[27]
Por su parte, Francisco Xavier Alegre refirió al respecto:
“El botín que sacaron de la ciudad, no pudo saberse individualmente. En plata labrada pasaron de mil arrobas: en reales, por la distribución que se supo después, cupieron á cada soldado raso, más de seiscientos pesos, y eran los de esta clase mil y cien hombres, fuera de lo que se partió á cada uno de los once barcos, y lo que tomaron para sí los oficiales y los gefes, cuyas cuotas verosímilmente debieron ser cuatro, seis y aun diez y doce ó veinte veces mayores. Añádense mil y quinientos esclavos, joyas, grana, añil, harina, caldos, lencería y otros muchos efectos de España y de América, de que es la garganta aquel puerto y se confirmará el juicio que se formó entonces de que la pérdida montaba á más de cuatro millones, en solo que ellos pudieron aprovechar.”[28]
En cuanto a pérdidas humanas, Ávila y Alegre coinciden en datos: El primero menciona que fueron hasta 400 vecinos de todas las edades los fallecidos; y entre los filibusteros, unas 40 por motivos que iban desde riñas entre borrachos hasta ahogados en la bahía. De estos últimos, consideró que solo tres murieron a manos de la gente.[29] Mientras que el segundo señala que fueron más de 400 los muertos durante la incursión y toma de la ciudad, y treinta y cinco entre las filas enemigas por “diversos accidentes”. [30] [31]
Pero ¿por qué no atacó la flota española a la filibustera? Pienso que una de las razones podría haber sido su poca capacidad de fuego. La escolta estaba conformada solo por la capitana y la almiranta, las mejor armadas (cada una con ocho cañones de bronce, cuatro de hierro y 24 piezas menores), los otros 18 eran barcos mercantes con dos piezas de bronce cada uno.[32] Pero el motivo principal podría haber sido otro: la mercancía que transportaban. Elías de Babilonia, testigo del ataque filibustero, da testimonio de ello:
Lorencillo
Como llegó la escuadra, así se
aleja,
y así se pierde entre la
obscura sombra;
Impune queda tan horrendo
crimen,
y solo se levanta vengadora,
de Lorencillo al repetir el
nombre,
Imagen de encabezado: Barco en el Mar Tormentoso, 1887, por el pintor ruso Iván Aivazovski (1817-1900)
[1] Posiblemente en la isla Verde.
[2] Juan Ávila, “Pillage de
la ville de Veracruz par les pirates le 18 Mai 1683 (Expedición de Lorencillo),
en Amoxcalli (sitio web), consultado
el 1 de enero de 2021, http://amoxcalli.org.mx/paleografia.php?id=266,, f..8v
[3] Agustín Villaroel, “Primera invasión de Veracruz por Lorenzo Jácome y Nicolás Banoren ocurrida en el año de 1683”, en Ignacio Cumplido, El Mosaico Mexicano o colección de amenidades curiosas. Tomo I, México, imprenta de Ignacio Cumplido, 1840, p. 405
[4] Ávila, op. cit., f. 9
[8] Ávila, op. cit., ibídem
[11] Ávila, op. cit., ibídem
[12] Villaroel, op. cit., ibídem
[13] En Archivos Notariales de la Universidad Veracruzana (sitio web), consultado el 8 de febrero de 2022, https://eval.uv.mx/bnotarial/detalles.aspx?idA=220_1668_22491&indice=Te&letra=A
[14] En latín, todos los padres.
[15] Ávila, op. cit., ibídem
[16] Villaroel, p. 406
[17] Uluapa Senior, “1683: Carta del rector del colegio jesuita de la Nueva Veracruz”, Veracruz Antiguo, https://aguapasada.wordpress.com/2016/05/31/1683-carta-del-rector-del-colegio-jesuita-de-la-nueva-veracruz/ (consultado el 1 de enero de 2021)
[18] Portal de Archivos Españoles (PARES), “Autos contra el corregidor y otros: invasión de Veracruz”, Gobierno de España. Ministerio de Cultura y Deporte, f.146
[20] Ávila, op. cit., f. 9v
[21] Villaroel, op. cit., ibídem
[22] Tablero o plataforma sostenida por dos barras o listones horizontales y paralelos que sirve para transportar una carga entre varias persona. Villaroel escribe que era una jangada (balsa formada por unos seis troncos de madera ligera, con una vela triangular y cuyo timón se maneja calándolo más o menos en el agua) la construida por losvecinos.
[23] Ávila, op. cit., ibídem
[26] “Flota de Nueva España 1683”, en Historia Naval de España (sitio web), 8 de abril de 2021, consultado el 12 de febrero de 2022, https://todoavante.es/index.php?title=Flota_de_Nueva_Espa%C3%B1a_1683
[27] Ávila, op. cit., f. 10.
[28] Francisco Javier Alegre, Historia de la Compañía de Jesús en Nueva España, J. M. Lara, México, 1842, p. 39
[29] Ávila, op. cit. ibídem
[30] Alegre, op. cit. ibídem
[31] Ni Alegre ni Ávila tomaron en cuenta a los 20 filibusteros que murieron durante la incursión de los lanceros de San Lorenzo a la ciudad. Esto quizá a que no tuvieron noticia de ello (algo poco probable) o simplemente porque este hecho no sucedió.
[32] Julián Córdoba Toro, “Sistema de monopolio comercial de España en América”, en Iberoamérica Social, 6 de junio de 2019, consultada 17 de abril de 2022, https://iberoamericasocial.com/flota-de-indias/
[33] Arturo Ponce Guadian, “El viaje de Ilyas ibn al-quissis Hanna l-Mawsili (Elías de Babilonia o de San Juan) a Europa y Nueva España en el siglo XVII”, en Estudios de Asia y África, Vol. 53, num. 3 (167), 2018, p. 654.