jueves, 1 de abril de 2021

La fundación de la Villa Rica de la Vera Cruz desde la visión de cuatro autores del siglo XVI (Parte I)

 


Por Luis Villanueva

“A la gala, a la gala de mi amo Diego. ¡Oh Diego, oh Diego! ¡Qué capitán has elegido, que es de Medellín de Extremadura, capitán de gran ventura, más temo, Diego, no se te alce con la armada, porque todos le juzgan por muy varón en sus cosas!” -Cervantes, “El Loco” a Diego de Velázquez, gobernador de Cuba. Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. Capítulo XIX.

A modo de introducción:

Mucha tinta se ha empleado para detallar la fundación de la Villa Rica de la Vera Cruz. Sin embargo, no he podido encontrar algún trabajo (no dudo que los haya), que me permita entender cómo se dieron los sucesos que desembocaron en el establecimiento de un Cabildo en los llanos del sotavento veracruzano. Y que, a su vez, me dé respuestas a preguntas como: ¿Qué impulsó a esa partida de aventureros españoles a fundar una villa? ¿Surgió la idea de fundar en Cortés o entre los soldados? ¿Fue realmente la fundación parte de una maquinación de Cortés para liberarse de Diego de Velázquez? ¿Qué tan verídicas son las fuentes primarias sobre el tema? ¿Fue legal esta fundación?

Los estudios sobre la creación del primer Cabildo de la futura Nueva España, han implicado el uso constante de dos fuentes principales: Historia verdadera de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo e Hispania Victrix. Primera y segunda parte de la historia general de las Indias con todo el descubrimiento y cosas notables que han acaescido dende que se ganaron hasta el año de 1551, de Francisco López de Gómara. Ambas son en sí de consulta obligada; no obstante, para entender el contexto en el que se dieron los hechos previos a la fundación, este escribidor y curioso de la historia ha agregado otras dos fuentes, que, si bien son conocidas, no han sido (hasta donde conozco), contrastadas con las dos anteriormente mencionadas. Estas son: la Carta de la Justicia y Regimiento de la Villa de la Vera Cruz a la reina doña Juana y al emperador Carlos V, su hijo, el 10 de julio de 1519, escrita por el recién creado Cabildo de la villa de la Vera Cruz y la Crónica de la Nueva España, su descripción, la calidad y temple de ella, la propiedad y naturaleza de los indios; obra del doctor en teología, Francisco Cervantes Salazar.

Las cuatro fuentes mencionadas son del siglo xvi, siendo la Carta de la Justicia… y la Historia verdadera… las únicas escritas por testigos y participantes en la fundación de la Villa Rica; y por supuesto, de la conquista del Imperio Mexica. Por su parte, Hispania Victrix y Crónica de la Nueva España… fueron escritas por personas que conocieron y trataron personalmente a Hernán Cortés, de quien seguramente obtuvieron información con la que luego escribirían sus obras, para luego complementarlas con otras fuentes. De estas, la segunda pudiera ser la más confiable, pues el autor vivió en la Nueva España, por lo que tuvo la oportunidad de entrevistar a los conquistadores supervivientes para enriquecer su libro. Esta situación no ocurrió con el autor de Hispania Victrix…, quien nunca estuvo en México.

Fiel a lo anterior, el presente trabajo se ha dividido en dos partes: el presente, que narra y analiza los pormenores previos a la creación de la villa y una segunda, en donde se detalla la fundación misma, su entorno jurídico y una posible fecha de la fundación. Por otra parte, se recomienda leer: El descubrimiento español del islote de San Juan de Ulúa, la semana santa de 1519 y la fundación de la Villa Rica de la Vera Cruz, de este mismo autor; en donde entre otros detalles, se prueba que Bernal Díaz del Castillo erró al señalar los días que abarcó la Semana Santa del año de 1519 y, por ende, las fechas de arribo y desembarco de la armada española en el islote de San Juan de Ulúa.

Al hipotético lector, espero que el presente trabajo sea de su satisfacción y le permita conocer un poco más sobre la historia de Veracruz; o en su defecto, sirva como base o incentivo para llevar a cabo trabajos de investigación mejor sustentados y más profesionales; en donde igualmente se busque explicar el inicio del primer Ayuntamiento del Virreinato de la Nueva España y, por lo tanto, de México.

El escribidor e historiadorcillo

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Antecedentes de la fundación de la Villa Rica de la Veracruz. Arenales de Chalchicueyecan (Abril-mayo de 1519)

¿Qué impulsó a esa partida de aventureros españoles a fundar una villa? ¿La idea de fundar fue de Cortés o surgió de los soldados que le acompañaban? ¿Existió una maquinación de Cortés para librarse del gobernador de Cuba? Para encontrar las respuestas a estas interrogantes, es necesario analizar cuatro narraciones del siglo XVI que versan al respecto.

Una primera versión sobre los planes y pormenores para fundar la primera villa de la América del Norte[1] (que no del continente americano), se encuentra en la Carta de la Justicia y Regimiento de la Villa de la Vera Cruz a la reina doña Juana y al emperador Carlos V, su hijo, el 10 de julio de 1519, la cual fue escrita por el recién formado Cabildo de la Vera Cruz cuando se estaba erigiendo la villa “media legua del pueblo, que estaba como en fortaleza” (Castillo, 1939), en la bahía que mira al poblado totonaco de Quiahuiztlán.

“[…] como en esta armada venimos personas nobles, caballeros hidalgos celosos del servicio de nuestro Señor y de vuestras Reales Altezas, y deseosos de ensalzar su corona Real, de acrecentar sus señoríos y de aumentar sus rentas, nos juntamos y platicamos con el dicho capitán Fernando Cortés, diciendo que esta tierra era buena […]; por tanto que nos parecía que nos convenía al servicio de vuestras Magestades y que en tal tierra se hiciese lo que Diego de Velázquez había mandado hacer al dicho capitán Fernando Cortés, que era rescatar todo el oro que pudiese y rescatando volverse con todo ello á la isla Fernandina[2] para gozar solamente de ello el dicho Diego de Velázquez y el dicho capitán, y que lo mejor que a todos nos parecia era que en nombre de vuestras Reales Altezas se poblase y fundase allí [frente a Ulúa] un pueblo en que hubiese justicia, para que en esta tierra tuviesen señorío como en sus reinos y señoríos lo tienen; porque siendo esta tierra poblada de españoles, de más de acrecentar los reinos y señoríos de vuestras Magestades y sus rentas nos podrian hacer mercedes á nosotros y á los pobladores que de más allá viniesen adelante. Y acordando esto nos juntamos todos en concordes de un ánimo y voluntad y hicimos un requerimiento a dicho capitán en el cual dijimos que pues él veia cuanto al servicio de Dios nuestro señor, y al de vuestras Magestades convenia que esta tierra estuviese poblada, dándole las causas de que arriba á vuestras Altezas se ha hecho relación, que le requerimos que luego cesase de hacer rescates de la manera que los venia á hacer porque seria destruir la tierra en mucha manera, y vuestras Magestades serian en ello muy deservidos […]” (Alamán, 1844:76)

Con Bernal Díaz del Castillo, en su obra: Historia verdadera de la Nueva España (Ca. 1568), se lee que Hernán Cortés y su flota llegaron al islote de San Juan de Ulúa un “jueves de la cena” del 21 de abril de 1519.[3] Al día siguiente desembarcaron frente al islote y comenzaron a levantar un campamento a base de enramadas en las dunas. Es en este sitio donde Bernal da su versión de la forma en que empezaron a darse los preparativos para fundar:

“[…] Parece ser que Cortés ya tenía puesto en pláticas con Alonso Hernández Puerto Carrero y con Pedro de Alvarado y sus cuatro hermanos, Jorge y Gonzalo y Gómez y Juan, todos Alvarados, y con Cristóbal de Olid, y Alonso de Ávila, y Juan de Escalante y Francisco de Lugo y conmigo y otros caballeros y capitanes, que le pidiésemos por capitán […]  y una noche, a más de media noche, vinieron a mi choza Alonso Hernández Puerto Carrero, Juan de Escalante y Francisco de Lugo, y de una tierra, y me dijeron: “¡Ah, señor Bernal Díaz del Castillo, salid acá con vuestras armas á rondar, acompañemos a Cortés, que anda rondando”. Y después estuve apartado de la choza me dijeron: “Mirad, señor, tened secreto de un poco que os queremos decir, que pesa mucho, y no lo entiendan los compañeros que están en vuestro rancho que son de la parte de Diego de Velázquez”. Y lo que me platicaron fue: “¿Paréceos, señor, bien que Hernando Cortés así nos haya traído engañados a todos, y dio pregones en Cuba que venía a poblar, y ahora hemos sabido que no trae poder para ello, sino para rescatar, y quieren que nos volvamos a Santiago de Cuba con todo el oro que se ha habido, y quedaremos todos perdidos, y tomase ha el oro Diego de Velázquez, como la otra vez?[4] Mirad señor, que habéis venido ya tres veces con esta postrera, gastando vuestros haberes, y habéis quedado empeñado, aventurando tantas veces la vida con tantas heridas; hecémoslo, señor, saber porque no pase esto más adelante, y estamos muchos caballeros que sabemos que son amigos de vuestra merced para que esta tierra se pueble en nombre de Su Majestad, y Hernando Cortés en su real nombre, y en teniendo que tengamos posibilidad, hacerlo saber a Castilla a nuestro rey y señor, y tenga, señor, cuidado de dar el voto para que todos le elijamos por capitán, de unánime voluntad, porque es servicio de Dios y de nuestro rey y señor”. Yo respondí que la ida a Cuba no era buen acuerdo, y que sería bien que la tierra se poblase y que eligiésemos a Cortés por general y justicia mayor, hasta que Su Majestad otra cosa mandase. […] Y los que habíamos sido en el concierto le respondimos que no era bien traernos así engañados; que en Cuba pregonó que venía a poblar, y que viene a recatar, y que le requerimos de parte de Dios Nuestro Señor y de su Majestad que luego poblase y no hiciese otra cosa, porque era muy gran bien y servicio de Dios y de su Majestad. Y se le dijo muchas cosas bien dichas sobre el caso, diciendo que los naturales no nos dejarían desembarcar otra vez como ahora, y que en estar poblada esta tierra siempre acudirán de todas las islas soldados para ayudarnos, y que Diego de Velázquez nos ha echado a perder con publicar que tenía provisiones de Su Majestad para poblar, siendo al contrario, y que nosotros queríamos poblar y que se fuese quien quisiera a Cuba.” (Castillo, 1939: 162-164).

Otra versión la da Francisco López de Gómara, quien fuera capellán de Hernán Cortés hasta la muerte de este último en 1547. Aunque Gómara nunca estuvo en América, procuró informarse con aquellos que participaron en las diferentes campañas para describir los sucesos narrados en su libro. Con respecto a la conquista de México-Tenochtitlán, seguramente se apoyó en las memorias de Hernán Cortés y quizá de otros, para escribir su libro Hispania Victrix... (1553), en donde entre otras cosas, también se narra la conquista del Perú.

Al respecto de los antecedentes de la fundación de la Villa Rica, escribió:

“[…] Como Cortés fue vuelto a donde los navíos estaban con los demás españoles hablo les a todos juntos, diciendo que ya vean cuánta merced Dios les había hecho en guiarlos, y traerlos sanos, y con bien a una tierra tan buena, tan rica, según las muestras y apariencias, habían visto en este breve espacio de tiempo. Y que abundóla de comida, poblada de gente, más vestida, más poblada, y de razón, y que mejores edificios y labranzas tenía de cuantas hasta entonces se habían visto [ni descubierto] en Indias. Y que era de creer ser mucho más lo que no veyan, que lo que parecía, por tanto que debían dar muchas gracias a Dios y poblar allí, y entrar la tierra adentro a gozar la gracia y mercedes del señor. Y que para lo poder mejor hacer le parecía asentar allí, o en el mejor sitio y puerto que hallar pudiesen. Y hacerse muy bien fuertes con cerca, y fortaleza para defenderse de aquellos gentes de la tierra que no holgaba mucho con su venida y estada. Y aun también para desde allí poder con más facilidad amistad, y contratación, con algunos indios, y pueblos comarcanos, como era Zempoalla y otros que eran contrarios, y enemigos de la gente de Moteczuma. Y que asentando y poblando, podían descargar los navíos y enviarlos luego a Cuba, Santo Domingo, Jamaica, Boriquen[5] y otras islas o a España por más gente, armas, y caballos. Y por más vestidos, y bastimentos. Y además de esto era razón de enviar relación, y noticia, de lo que pasaba a España y al Emperador, rey su señor, con la muestra, de oro, y de plata, y cosas ricas de pluma que tenían. Y para que todo esto se hiciera con mayor autoridad, y consejo, el quería, como su capitán, nombrar cabildo, sacar alcaldes, y regidores, y señalar todos los otros oficiales, que era menester para el regimiento, y buena gobernación de la villa, que habían de hacer. Los cuales rigiesen, vendasen, y mandasen, hasta rato que el Emperador proveyese, y mandase lo más a su servicio conviniere. Y tras esto tomó la posesión de toda aquella tierra con la demás por descubrir en nombre del Emperador don Carlos Rey de Castilla”. (Gómara, 1553:293).

Una última versión surge de la pluma del doctor Francisco Cervantes Salazar en su obra: Crónica de la Nueva España, su descripción, la calidad y temple de ella, la propiedad y naturaleza de los indios (1575). Cervantes conoció a Cortés cuando éste se encontraba en la corte de Carlos V intentando obtener mercedes de la Corona por los servicios prestados. Allí trabó fuerte amistad  con el viejo conquistador y con su hijo, Martín Cortés. Al igual que con Gómara, seguramente el de Medellín le contó sus experiencias, las cuales serían posteriormente utilizadas por el doctor para escribir su obra. En esta, Cervantes narra con lujo de detalles los pormenores de la fundación de la Villa Rica, pero con la salvedad de que, a diferencia de los tres textos anteriores, los antecedentes de la fundación no se dan del todo en los arenales frente a Ulúa, sino también en los márgenes del río Huitzilapan, hoy de La Antigua:

“Después que Cortés asentó su real [en los arenales frente a Ulúa], y con sus amigos, como adelante diremos, dio orden y manera cómo se descargase de la obligación que á Diego Velázquez tenía, y, en nombre del Rey, por los de su exército fuese elegido, y, como parescerá, casi forzado á aceptar el cargo de General […]” (Salazar, 1914:143).

“[…] Después que hubo Cortés asentado donde es ahora la Veracruz[6], los principales que le seguían le requirieron delante de un escribano que, pues la tierra daba tan buenas muestras, poblase luego en nombre de Su Majestad y no le acontesciese lo que á Grijalva. Cortés, que no deseaba otra cosa, porque lo tenia así maneado, respondió que lo oía é que para el cumplimiento dello les respondería otro día, porque era razón pensar negocio que tanto importaba; y así, rogándoles que para otro día se hallasen en su casa, les habló en la manera siguiente: ‘Señores y amigos míos: Ayer me requeristes delante de Pedro Fernández, escribano de Su Majestad, que comenzase á poblar, porque no me acaesciese lo que á Grijalva, por lo cual, considerando yo por una parte cómo fué por Diego Velázquez tan justamente reprehendido, y por otra el habernos Dios traído á una tierra de tan buen temple, tan rica, tan poblada de gente, tan abundosa de comida, me ha parescido que, pues, de poblar se han de seguir muchos provechos y ningún inconveniente, que será bien tomar vuestro parescer y ponerlo luego por la obra, porque desde allí podríamos entrar poco á poco la tierra adentro y ver á Motezuma, que es lo que yo más deseo, y para este fin tenemos tan buenos principios como son el amistad del señor de Cempoala y de otros comarcanos suyos, contrarios, como tenemos entendido, de Motezuma; porque subjectados por fuerza, será cosa acertada hacernos fuertes, edificando ante todas cosas una fortaleza. También proveeremos con esto de inviar á las islas por bastimentos y algima gente, é inviar un navio á España con persona de confianza, para dar noticia á Su Majestad de lo subcedido, inviándole el oro y plata y otras cosas ricas que Motezuma me presentó, para que Su Majestad, entendiendo nuestra buena ventura, que debaxo de su venturoso nombre nos ha subcedido, tenga por bien de hacernos toda merced y darnos todo favor, inviándonos la gente y los demás adereszos que para esta jornada son menester; y porque en toda población es nescesario que haya justicia y regimiento para que la república sea bien gobernada, yo, como Capitán general, en nombre de Su Majestad, paresciendo así á todos vosotros, determino nombrar Alcaldes y Regidores y los demás oficios que son nescesarios para nuestra buena gobernación; y porque yo he respondido á lo que me requeristes, y he dicho otras cosas que me han parescido convenir, vos ruego me respondáis á todo, porque en el consejo de muchos se suele acertar’"  (Salazar, 1914:153).

Es notoria la diferencia que existe entre López de Gómara y el resto de los escritos, pues mientras en éste se lee que es Cortés quien convence a los soldados de fundar, en tres de ellas se plasma la versión de que una parte de los soldados son los que le piden a Cortés que pueble.

Sin embargo, esta aparente discrepancia queda aclarada cuando se analiza con cuidado a Cervantes Salazar, pues en su libro puede leerse que el discurso de Cortés a los soldados mencionado por Gómara ocurrió al día siguiente de que sus parciales le pidieron que poblase; detalle que este último no aclara, haciendo parecer que es Cortés el que toma la iniciativa de convencer a su gente para fundar.

La incongruencia de Gómara (hay más), es notada por Díaz del Castillo, quien puntualmente lo acusa de faltar a la verdad:

“[…] y diré cómo el cronista Gómara dice que por relación sabe lo que escribe, y esto que aquí digo pasó así, y todo lo demás que escribe no le dieron buen cuenta de lo que dice. Y otra cosa veo: que para que parezca ser verdad lo que en ello escribe, todo lo que en el caso pone es muy al revés, por más buena retórica que en el escribir ponga”. (Castillo, 1939).

Es posible que Bernal tuviera algo de razón, pues al ser Gómara una persona muy cercana a Cortés pudo haber buscado enaltecer la imagen del conquistador quitando fragmentos clave en la narrativa. Esto trajo como consecuencia un menosprecio, consciente o no, a la participación del resto de los oficiales y soldados, lo que seguramente incomodó a más de uno (Bernal incluido). También pudo ocurrir que el extremeño le narrara sus experiencias exagerando sus virtudes y minimizando los yerros; aunque pienso que esto último es poco probable, pues no ocurrió lo mismo en el escrito de Cervantes, siendo Cortés también la fuente de información principal.

Con todo y lo anterior, es factible obtener una panorámica más amplia de cómo ocurrieron los preliminares de la fundación si se combinan las cuatro fuentes. Si bien está en el entendido que sólo los involucrados conocieron el verdadero desarrollo de los hechos, no deja de ser interesante el ver cómo las diferentes piezas obtenidas de los cuatro relatos encajan muy bien entre sí al momento de unirlas, para dar forma a una sola versión. Este ensamble es válido, pues son cuatro visiones diferentes de un mismo hecho, que unidos, permiten hacer una reconstrucción más imparcial, detallada y quizá más cercana a lo que realmente ocurrió. A continuación, se muestra la reconstrucción de los hechos, haciendo la aclaración de que, a fin de lograr una mayor comprensión de la lectura, este autor utilizó el español coloquial al redactarlo, indicando entre paréntesis la fuente consultada:

Al anochecer del jueves de la cena del 21 de abril de 1519 (Alamán, 1844, pág. 73), arribaron al a la rada de San Juan de Ulúa el capitán Hernán Cortés y su armada. Al poco de llegar, se aproximaron a las naos un par de canoas con algunos enviados de Moctezuma, los cuales llevaban el encargo del emperador mexica de averiguar quiénes eran los extranjeros, de dónde venían, qué buscaban y si pararían o seguirían de largo. (Gómara, 1553, pág. 287) (Salazar, 1914, pág. 139). Cortés, en prevención de una posible celada (Salazar, 1914, pág. 139), ordenó que nadie desembarcara (Alamán, 1844), pero sí que se recibiera a los embajadores, con los cuales entró en conferencia inmediatamente utilizando a Marina (Malintzin) y a Jerónimo de Aguilar como traductores (Castillo, 1939, pág. 148). Al día siguiente, Viernes Santo, mandó que fueran bajados en los arenales frente al islote de Ulúa la artillería y la caballería, y que se levantara un campamento a base de enramadas y madera (Castillo, 1939, pág. 149), en donde pudieran guarecerse tanto la tropa, como los oficiales y proteger a los caballos. Una vez establecidos, Cortés empezó a idear la manera de sacudirse el compromiso que tenía con el gobernador de Cuba, Diego de Velázquez. Para ello, se confabuló con sus leales (Pedro de Alvarado y sus cuatro hermanos, además de Cristóbal de Olid, Alonso de Ávila, Juan de Escalante y Francisco de Lugo) (Castillo, 1939), buscando ser elegido por los soldados y en nombre del Rey, como general (Alamán, 1844). Después de varios días de entrevistas con los enviados de Moctezuma y mientras eran exploradas las costas al norte de su posición en búsqueda de algún puerto seguro, una noche fue visitado Bernal Díaz del Castillo por tres de los confabulados, quienes le expusieron su pensar sobre el que Cortés los hubiera traído engañados, diciendo que buscaba fundar cuando sólo tenía órdenes de rescatar. También le dijeron que no les parecía justo que se regresaran a Cuba con todo lo rescatado, para que sólo fuera del provecho de Diego de Velázquez (Castillo, 1939) y de Hernán Cortés (Alamán, 1844). Por ello, le pidieron a Bernal que diera su voto a favor para que aquél fuera nombrado Capitán General y Justicia Mayor hasta que los reyes decidieran otra cosa (Castillo, 1939). Díaz del Castillo concuerda y acepta votar a favor de Cortés junto por todos los que apoyaran la idea. Es así como el grupo parcial al Hernán Cortés se reúne y platica con él diciéndole que la tierra es buena, que no estaban de acuerdo en sólo recatar todo el oro posible y regresar a Cuba; y que lo mejor era, en nombre de los reyes Carlos y Juana, poblar y fundar en ese sitio [¿en los arenales frente a Ulúa?], para así acrecentar los reinos y señoríos de la Corona, recibiendo ellos y los que llegaran después, mercedes (Alamán, 1844). Después de esta primera charla, los parciales a Cortés se reunieron nuevamente con el capitán para hacerle un requerimiento, ahora ante el escribano real (Castillo, 1939) (Salazar, 1914), para que poblara y no solo rescatara, pues él estaba al servicio de Dios y de los reyes, y también para que no le ocurriera lo mismo que a Juan de Grijalva (Castillo, 1939) (Salazar, 1914). Cortés se hizo del rogar, aunque de antemano tenía todo preparado (Castillo, 1939) (Salazar, 1914) y finalmente, dijo a la comitiva que daría una respuesta al día siguiente, pues necesitaba pensar su respuesta a esa tan importante petición (Alamán, 1844) (Salazar, 1914). Al otro día, sus seguidores se reunieron para conocer su posición, aunque previamente estaba acordada la respuesta del capitán con su círculo más cercano. Al verlos llegar, Cortés les dijo: “Señores y amigos míos: Ayer me pediste delante de Pedro Fernández, escribano de Su Majestad, que comenzara a poblar, para que no me ocurriera lo mismo que le pasó a Grijalva, por lo cual, considerando yo por una parte cómo fue tan injustamente reprendido por Diego Velázquez; y por otra, el habernos Dios traído a una tierra de tan buen clima, tan rica, tan poblada de gente, tan abundosa de comida, me ha parecido que, pues, poblando se obtendría mucho provecho y ningún inconveniente; que sí sería bueno tomar su propuesta y ponerla enseguida en marcha, porque desde allí podríamos entrar poco a poco a esta tierra y ver a Moctezuma, que es lo que yo más deseo, y para este fin tenemos como buen principio la amistad del señor de Zempoala y de otros poblados, contrarios, como tenemos entendido, de Moctezuma, pues están sujetos por fuerza a él. Además, sería importante hacernos fuertes, edificando antes que cualquier otra cosa una fortaleza para defendernos de aquellos que no les agrade nuestra presencia(Salazar, 1914) (Gómara, 1553).

“También debemos enviar a las islas de Cuba, Jamaica, Santo Domingo y Puerto Rico, por más gente, armas y caballos; así como ropas y bastimentos e igualmente enviar un navío a España con personas de confianza, para informar a Su Majestad de lo que ha pasado, enviándole también el oro y plata y otras cosas ricas que Moctezuma me ha otorgado; mostrándole así nuestra buena ventura, que bajo de su venturoso nombre nos han pasado, y tenga por bien darnos todo su apoyo y favor, enviándonos la gente y todo lo necesario para esta jornada. Pero para que todo esto se haga con mayor autoridad, y consejo, yo, como su capitán, en nombre de Su Majestad y en acuerdo con su propuesta, quiero nombrar cabildo, nombrar alcaldes, regidores y todos los demás oficiales que sean necesarios para el regimiento y buen gobierno de la villa que se quiere fundar. Estas personas regirían, comerciarían, y mandarían, hasta que el Emperador considere y según lo que a él más le conviniere. Con esto, he dado respuesta a su petición y también he mencionado otras cosas, que pienso, son importantes. Ahora les ruego den respuesta a mi solicitud, pues en consejo de muchos, se suele tener la razón.” (Salazar, 1914) (Gómara, 1553) (Alamán, 1844).

Las versiones son coincidentes al narrar que Cortés preparó, junto con su gente más cercana, el desconocimiento de las órdenes a él dadas por el gobernador de Cuba. Posiblemente no se sabrá si esta idea le pasó por la cabeza desde que recibió el mando de la expedición, allá en Cuba[7] o si, por el contrario, surgió en él cuando recorría las costas del Golfo de México.

Lo que sí es un hecho, es que Cortés echó a andar su plan entre las dunas costeras del Chalchicueyecan indígena, en el futuro Sotavento veracruzano. Puedo imaginar al extremeño caminando en las noches sobre la orilla de la playa cercana al campamento, acompañado únicamente de aquellos sus más leales seguidores. Puedo verlos conjurando, afinando detalles quizá, en contra del proyecto de Velázquez al mismo tiempo que sacan cuentas y nombran soldados, para saber con cuántos más se podrían contar y confiar. Esos mismos incondicionales serían los que después se acercaron a Bernal Díaz del Castillo, durante una madrugada de mayo, para convencerlo de apoyar a Cortés en sus planes de hacerse de todo el poder y fundar. Y posiblemente, fueron los mismos que buscaron el apoyo de la mayor cantidad de soldados y oficiales posibles, para así confrontar con éxito a los partidarios de Velázquez que, dicho sea de paso, eran mayoría.

Tanto preparativo no era para menos: El proyecto estaba avanzando y no había ya vuelta atrás.

Biografía:

1.- Aguilar, F. (1977). Relación breve de la conquista de la Nueva España. México: U.N.A.M. - I.I.H.

2.- Alamán, L. (1844). Disertaciones sobre la historia de la República Megicana (Vol. I). México: Imprenta de José Mariano Lara.

3.- Castillo, B. D. (1939). Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España. México, D.F.: Pedro Robredo.

4.- Gómara, F. L. (1553). Hispania Victrix. Medina de Ocampo, España: Gullermo de Millis.

5.- Salazar, F. C. (1914). Crónica de la Nueva España. Madrid: Tipografía de la "Revista de Archivos".



[1] La fecha de fundación de la Villa Rica de la Veracruz la sitúo aproximadamente a mediados de mayo de 1519. La justificación para proponer dicho periodo será publicada en la segunda parte de esta investigación.

[2] Es decir, la isla de Cuba. Fernandina fue el nombre que recibió esta isla por real cédula del 28 de febrero de 1515.

[3] Bernal Díaz se equivocó al escribir en su Historia verdadera… pues señala indirectamente que la Semana Mayor del año 1519 cayó en el mes de marzo, cuando en realidad fue en abril. Para mayores detalles, leer: El descubrimiento español del islote de San Juan de Ulúa, la semana santa de 1519 y la fundación de la Villa Rica de la Vera Cruz de este mismo autor, en: https://historiaciudaddeveracruz.blogspot.com/2021/03/el-descubrimiento-espanol-del-islote-de.html

[4] Bernal hace referencia al viaje de Juan de Grijalva, llevado a cabo un año antes.

[5] Boriquén o Borinquén. El actual Puerto Rico.

[6] Cervantes sitúa los sucesos previos a la fundación en tierras que posteriormente serían ocupadas por el poblado de La Antigua. Hay que aclarar que el autor escribió su libro en los años cercanos a 1575, cuando la ciudad de Veracruz se encontraba situada junto al río Huitzilapan; punto a donde se mudó en 1525 desde su anterior emplazamiento en la rada frente a Quiahuiztlan.

[7] Según fray Francisco de Aguilar, en su Relación breve de la conquista de la Nueva España, Cortés fue nombrado capitán por el Rey, cuando aún estaban en travesía hacia Cozumel: “Embarcado el dicho Cortés con su gente, viniendo por la mar se juntaron todas aquellas personas nobles y al dicho Hernando Cortés lo alzaron por capitán por el rey, y no por don Diego Velázquez el adelantado, y luego hizo capitanes generales, que fue el uno don Pedro de Alvarado, y su hermano Jorge de Alvarado, y Gonzalo de Sandoval, segundo capitán; Cristóbal de Olid, Andrés de Tapia. personas nobles y por sus personas valerosas.“ (Aguilar, 1977: 66). Sin embargo, esto sucedió antes, cuando aún estaban en Cuba y sin que se hubiera dado el nombramiento de capitán general a Cortés, lo cual queda aclarado cuando se lee a Francisco Cervantes de Salazar; aunque este menciona que desde antes de partir, Cortés daba tan claras muestras de quererse alzar contra Diego de Velázquez…”. (Salazar, 1914:103-105).


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