sábado, 24 de abril de 2021

“La Real Ejecutoría de S.M, sobre tierras y reservas de pechos y paga...” La primera merced de Cortés en la Vera Cruz. Mayo 20, 1519

 


Por Luis Villanueva

La Real Ejecutoría de S.M., sobre tierras y reservas de pechos[1] y paga, perteneciente a los caciques de Axapusco, de la jurisdicción de Otumba[2], es el documento cortesiano más antiguo del que se tiene noticia. Consta de dos partes: la primera, que es la merced firmada por Hernán Cortés cuando aún se encontraba en los arenales frente a Ulúa, el 20 de mayo de 1519; y la segunda, que consiste en una ampliación al documento anterior, signada igualmente por Cortés el 16 de diciembre de 1526. Cabe mencionar que este escrito no es novedoso, pues fue descubierto a inicios de la década de los 60s del siglo xix; ni es inédito (fue publicado por vez primera en el año de 1866 por don Joaquín García Icazbalceta). Y mucho menos es desconocido, pues ha estado envuelto en la polémica desde mediados del siglo XVIII, cuando la merced fue tachada de falsa para fines jurídicos; situación que volvió a repetirse (ahora desde el punto de vista histórico), cuando fue nuevamente sacada a la luz en el siglo decimonónico, manteniéndose la controversia hasta nuestros días.

Aunque en lo personal pienso que el documento es auténtico, tiene en su haber algunas incongruencias y lagunas históricas que pudieran concebir la duda y complicar la correcta lectura del documento. Esto debido a la destrucción del escrito original por el paso del tiempo y a las deficientes reproducciones realizadas por los copistas, lo que dio pie a que a mediados del siglo xix la merced fuera impugnada por el escritor, diplomático y académico orizabeño, José Bernardo Couto. El también abogado, decía que una de sus primeras dudas la daba lo desaliñado y trunco del manuscrito”, pues según García Icazbalceta, aquél también le argumentaba “…que semejante redacción no podía venir de persona medianamente entendida en los sucesos que refiere […] Insistía sobre todo en los anacronismos que a cada paso se observan, ya en fechas, ya en noticias que sólo posteriormente pudieron adquirir los indios […]”. Icazbalceta también refirió, entre otros motivos de duda, que Bernardo Couto le había dicho sobre diversos casos de pueblos de indios que habían fraguado mercedes de Cortés y de los primeros virreyes, para acreditar la propiedad de terrenos en litigio.”

José Bernardo Couto (1803 – 1862)

Ante la duda, García Icazbalceta buscó una defensa para la autenticidad del escrito, por lo que recurrió a la persona que le hizo saber de la existencia de la merced: el político y pensador mexicano, José Fernando Ramírez.

Fernando Ramírez defendió la autenticidad con una amplia explicación del juicio que llevaron a cabo los descendientes de los beneficiados por la merced de Cortés, para que les hicieran valer sus privilegios de caciques de los poblados de Axapusco y Tepeyahualco; sitios que habían estado en posesión del gobierno municipal desde que sus ancestros fueron nombrados como “principales” a través del escrito dado por el conquistador. Como el virrey había autorizado que hubiera elecciones de autoridades municipales en esos sitios, lo que llevó a la oposición de sus antiguos súbditos y a que fueran separados del cargo, con la consiguiente disminución de su influjo y poder. En su alegato, los afectados presentaron el privilegio que la merced de Hernán Cortés les había conferido y que había sido confirmada por el Consejo de Indias: la Real Ejecutoría de la cual se está hablando y que fue compulsada y expedida en el año de 1617.

Durante el proceso (que inició a mitad del siglo XVIII), fue necesario que la merced de Cortés fuera autenticada, pues había sido tachada como falsa por los nuevos municipales. Al respecto comenta Fernando Ramírez:

“Presentada (la merced), en el segundo juicio posesorio, sus contrarios lo tacharon como falso, más solo como alegación fundada en sus efectos extrínsecos y sin promover prueba alguna. No hay duda que la merced disputada presentaba vehementemente sospechas de falsedad, y que una vez producida en juicio, la audiencia debía procurar esclarecerla. Así lo hizo, tomando la eficaz precaución, el día antes de la sentencia, de mandar a prisión [a la parte acusadora], instruyéndoles un proceso para averiguar la procedencia de aquél instrumento. […] La audiencia procuró averiguar si en los cedularios ó libros de cámara existía una copia de la merced hecha por Cortés, ó constancia de su registro, más nada se pudo esclarecer porque los que se conservaban eran de fechas posteriores.” (Izcabaleta, 1866)

Fernando Ramírez también explicó que, durante las diligencias se presentó en el juicio una tercera persona, demandando la propiedad de las tierras comunes a los municipios de Axapusco y Tepeyahualco, fundando su derecho con la misma merced presentada por los caciques. Por ello, en 1764 el apoderado de los pueblos arriba mencionados afirmó que el documento era falso y que debería ser destruido:

Por lo cual y para que se eviten los fraudes y engaños que con dicha merced falsa andan haciendo, se ha de servir V.A. mandar que se queme á el fuego.” (Izcabaleta, 1866).

A lo que el abogado de la tercera persona en el litigio contestó lo siguiente:

“Además de que en las diligencias practicadas contra aquellos naturales [los caciques], cuando se vio el pleito de restitución, solo se trata de la sospecha de falsedad, y por eso en el primer auto producido en virtud de lo acordado, solo se providencia el averiguar la verdad; lo que no sucedería si claramente se hubiera calificado por falso el instrumento; y visto el progreso y fin de las diligencias referidas, no se halló auto alguno en que conste la calificación enunciada; luego el valerse ahora los contrarios por aquella mera sospecha enunciada, diciendo que el instrumento susodicho es falso, es conocida temeridad. (Izcabaleta, 1866).

José Fernando Ramírez (1804 – 1871)

Lo anterior es solo una pequeña parte de una extensa carta que escribió Fernando Ramírez a García Icazbalceta, en donde respondió a cada una de las dudas de Bernardo Couto (quien para entonces ya había fallecido), tanto desde el punto de vista de la jurisprudencia, como desde el histórico. El escrito es muy detallado, por lo que la reproducción íntegra en el presente trabajo lo desviaría del objetivo principal. Por tal motivo, sólo me limitaré a transcribir algunas de las conclusiones a las que llegó Ramírez:

1°. El testimonio de la REAL EJECUTORÍA compulsada en 1617, es inconcusamente un documento, original, auténtico y escrito en su fecha. […]. Habiéndose expedido en la forma común y estando autorizado con las firmas, ya del virrey, ya del secretario y escribano de la cámara, no se puede poner en duda su propia autenticidad. En suma este testimonio no es un documento falso.”

“2°… ”

“3°…”

“4°. […] Una única objeción, de tal cual apariencia, puede hacerse, deducida de una de las providencias que dictó la audiencia en Diciembre de 1755. Ya vimos que ordenó la búsqueda del original de que se compulsó el testimonio, y que no apareció, luego, se dirá, no existió; luego este es falso. La consecuencia es la falsa, porque pudo existir y haberse extraviado. Tratábase de buscar en 1755 una real provisión expedida en 1537 y presentada á la audiencia en 1617, esto es, 218 años después de su expedición, y lo que es muy digno de consideración, después del incendio que sufrió el palacio virreinal en el tumulto de 1692. ¿Podría extrañarse no encontrar el documento?... ¿Diremos que no existieron? […]. Este argumento negativo, único, según decía, de más viso, nada vale contra las pruebas positivas y numerosas de autenticidad que presenta la REAL EJECUTORÍA en cuestión. Discurro conforme al criterio legal, y con sujeción a las reglas de la lógica judicial.”

“[…] Lo desaliñado y trunco del MS, ha dado materia a la primera objeción; más V. me permitirá le diga que no la estimo tal, porque el desaliño es precisamente el tipo característico de los documentos de su índole y de su época. A V. [Icazbalceta] que ha examinado tantos, tantos, lo hago juez en esta causa. […] Recuerde V. que Cortés no trajo a la conquista letrados, sino hombres de guerra y de escasa instrucción, de entre los cuales necesariamente había de sacar sus secretarios. El desaliño es, en mi juicio, un dato más a favor de la autenticidad, así como el documento sería gravemente sospechoso si estuviera escrito en un estilo pulido y elegante, porque en el ejército conquistador no había quien lo poseyera.”

“Tampoco ministran materia á justos reparos los descuidos de la pluma, huecos, contradicciones y disparates, ni menos puede sacarse una prueba de la muchedumbre de notas que escribí para salvarlos[3]. Si estas dieran la que se pretende, deberíamos desechar desde luego la interesante carta que los compañeros de Cortés escribieron a los reyes en 10 de julio de 1519, y que, en menos volumen, dio material a setenta notas, no tan solo para rectificar descuidos y llenar huecos, sino también para salvar patentes contradicciones; y esto que la copia se decía de un traslado auténtico, legalizado por escribano público. ¿Y hay quien ponga en duda la autenticidad de este documento?...Si quisiéramos convertir aquella objeción en regla de crítica y aplicarla con toda severidad, deberíamos desechar todas las copias y no pocos de los originales mismos, más o menos infestados de los propios defectos.” (Izcabaleta, 1866).

Los [errores] que consisten únicamente en guarismos[4] se reputan errores de cálculo o de pluma y se enmiendan conforme a las reglas de la crítica.” (Izcabaleta, 1866).

Estos errores son muy constantes a lo largo del documento. Fernando Ramírez amplió su explicación al respecto, en las notas al pie que salieron publicadas junto con la merced en la obra de García Icazbalceta.

“Toda esta relación está tan confusa y embrollada, que apenas puede entenderse, ya sea por culpa de quien la redactó, ó por descuido de los copistas posteriores. (Izcabaleta, 1866).

Líneas arriba se mencionó que la controversia sobre la autenticidad del documento ha prevalecido hasta nuestros días. Después del análisis a mediados del siglo xix que hicieron José Bernardo Couto y Fernando Ramírez, no volvió a tocarse el tema hasta a fines del siglo pasado, cuando el prestigioso académico, ensayista e historiador mexicano José Luis Martínez Rodríguez, reprodujo el documento en su libro Documentos cortesianos, I: 1518-1528., en donde también reprodujo las dudas de Couto y las explicaciones de Fernando Ramírez.

 Al respecto de la legitimidad de la merced, escribió:


“A pesar de estos argumentos la impresión del presente editor es que estos documentos (Real ejecutoría y mercedes de Cortés) no son auténticos. Por una parte, parece inconcebible que Cortés, pocos días después de su llegada a San Juan de Ulúa, otorgue la primera constancia-merced[5], y que en ella se hable de las ‘profecías del rey camapichi’, de la ‘gran ciudad de Tenochtitlán’ y de que los caciques están prestos a declararse ‘leales vasallos de Su Majestad o emperador’, nociones, la primera fantasiosa y las dos últimas algo apresuradas. Cortés hablará por primera vez de Tenustitlan en su segunda Carta de relación, de 1520[6]. Además, en esta primera merced, el futuro conquistador ya aparece como ‘capitán general y gobernador de esta Nueva España y sus provincias por su Majestad’, cuando acababa de llegar a San Juan de Ulúa, y aún no se constituía el ayuntamiento de Veracruz (mayo/junio de 1519) que lo designara capitán general y justicia mayor, en espera de la confirmación del emperador, que lo nombraría capitán general y gobernador sólo hasta el 15 de octubre de 1522; y cuando aún no se bautizaba a la Nueva España.”

“En cuanto a la confirmación de la merced a los caciques, firmada el 16 de diciembre de 1526, con un abigarrado resumen de los acontecimientos de la conquista y la intervención en ellos de los caciques, está firmada por Cortés, y redactada ‘Por mandato del gobernador, mi señor’ por el secretario escribano Alonso Valiente. Para esas fechas, Cortés, vuelto a la ciudad de México de las Hibueras el 10 de junio de 1526, había recibido el 2 de julio a Luis Ponce de León[7], quien venía encargado por el emperador de abrirle juicio de residencia, y quien, en las ceremonias de acatamiento de las provisiones reales que traía, retuvo la vara de mando del gobernador Cortés, quien dejó de serlo y quedó sólo como capitán general. No podía, pues, en diciembre de 1526, confirmar mercedes de tierra, ni firmar como gobernador, que ya no lo era desde julio pasado.”

“En fin, de haber ocurrido la oportuna información y ayuda que se atribuye a los caciques de Axapusco y Tepeyahualco, en los días iniciales de la conquista, algún rastro habría quedado de ello en las Cartas de relación de Cortés y en la Historia verdadera de Bernal Díaz: ni uno ni otro mencionan ni a los caciques ni a sus pueblos. Estos eran poblados pequeños, y lo único que se sabe es que Axapusco (o Achichilacachoca) fue dada en encomienda a Francisco de Santa Cruz, y luego, hacia 1550 a su hijo Álvaro; que a la muerte de este último pasó al virrey Luis de Velasco II y que hacia 1603 pasó a ser bien de la Corona […].”

Cuenta habida de estos pareceres, y con las reservas con que lo hizo su primer editor García Icazblaceta, se reproducen […] estos documentos posiblemente cortesianos, o curiosa superchería […].” (Martínez, 1990).

En 2012, el antropólogo y etnólogo, miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Luis Barjau, al ser entrevistado sobre su libro Hernán Cortés y Quetzacóatl por el periódico Excélsior, expresó lo siguiente sobre la merced:

“Yo lo estudié y llegué a la conclusión de que es auténtico, no es apócrifo, y es el primer texto importante escrito en español en Mesoamérica. Me pareció pertinente, a la luz de los actuales descubrimientos históricos, hacer una nueva paleografía y hallé muchas cosas interesantes.”

“Cortés pagó a los indígenas principales con una Merced de Tierras que los hizo, a ellos y a sus descendientes, gobernadores vitalicios de sus pueblos. Cargos que ocuparon durante siglos. Este es un dato que verifica la autenticidad de la merced, porque no existía la gubernatura vitalicia en pequeños reinos. E incluso para fines del siglo XVIII sigue un juicio en el que los descendientes de los principales reclaman sus derechos de gubernatura. Todo está documentado.”

“Quien negó por primera vez su autenticidad fue Bernardo Couto, un abogado de Tlaxcala, un criollo que era entendido más en artes pictóricas; pero no era un conocedor de documentos antiguos mexicanos, no sabía náhuatl, ni paleografía, ni arqueología.

“Creo que su opinión fue un poco aventurada. Se la mandó por carta a Icazbalceta. Decía que tenía muchas fallas, que era incongruente, que tenía lagunas. Y sí, los documentos antiguos son así, están llenos de problemas, tienen manchones, lagunas, suturas. Icazbalceta no se atrevió a emitir un juicio sobre la falsedad o la veracidad del documento, dijo que lo publicaba para que en el futuro los investigadores lo analizaran.”

“Recientemente también dudó de su autenticidad don José Luis Martínez: ‘Creo que se dejó influir mucho por el debate antiguo sobre el documento y no lo estudió bien, no era importante para él.’”

“El miembro fundador de la Academia Mexicana de Ciencias Antropológicas apunta, tras realizar una nueva paleografía, que ‘retomarlo es sacar a colación una parte de la historia de México que es necesario revalorar, saltarnos los clichés y prejuicios que se formaron con la historia oficial.’”

“Su estudio pone sobre la mesa un modo nuevo de entender los problemas esenciales del primer capítulo de la historia del país, la llegada de Cortés. Es vital para establecer un nuevo modo de ver nuestro pasado, de reestructurar nuestra  memoria, conocernos a nosotros mismos y ver quiénes somos con mayor exactitud.” (Bautista, 2012)

Tras lo someramente mostrado, finalizo el tema de autenticidad de la merced con las siguientes palabras de García Icazbalceta:

“[…] no me arrepentiré de haber publicado este documento. Si es auténtico, nadie puede negar su importancia; si no lo fuere, quedará ya conocido y en el lugar que le corresponda, evitándose que acaso más adelante se le quiera hacer pasar por indudablemente auténtico.” (Izcabaleta, 1866).

Joaquín García Icazbalceta (1824-1894)

La merced de Hernán Cortés

“Por cuanto yo, D. Hernán Cortés, capitán general y gobernador de esta Nueva España y sus provincias por S.M.,[8] al tiempo que pasé a estas partes con ciertos navíos y gente para las pacificar y atraer las gentes dellas al dominio y servidumbre de la corona imperial de S.M., como al presente están, y después de a ellas venido, estando en la Villa-Rica de S. Juan de Ulúa, el día Sábado de Gloria, fueron enviados por el gran Montezuma, que residía en esta gran ciudad de México Tenochtitlán y todas sus provincias, unos grandes principales llamados Pitalpitoque, Tendile y Quintalbor, que dijo ser su deudo, con varios principales grandes, a saber mi venida y lo que se me ofrecía, y a pedirme licencia para pintar las estatuas, gentes y navíos, con gran presente de oro y mantas; los cuales, habiéndose comedido con hacernos jacales o enramadas para resistir el rigor del sol, por sus lenguas y señas que hacían dos principales dellos, doña Marina y Gerónimo de Aguilar les entendieron, y[9] les dijeron que como les guardasen todo sigilo y secreto que no llegaría a noticia del gran Montezuma, su rey y señor y deudo, nos prometían y ofrecían entregarnos las pinturas y profecías del rey Camapichi,[10] que es el primero que gobernó en la dicha ciudad de México Tenochtitlán, y que nos sería de mucha utilidad y gobierno y ánimo para el acierto de nuestra venida, según lo que entendieron por lo que se les respondió y amonestó a los mensajeros de Montezuma; y que ellos no son enviados, sino llevados de las profecías[11], y estaban con el cuidado de los muchos trabajos que pasaban con el gran Montezuma, y que el año pasado habían tenido noticia de lo que hoy, y cuando acudieron ya se había embarcado Grijalva, por lo que volvieron apesarados, buscando ocasión; y como viniesen en el camino de sus pueblos se hicieron encontradizos con los dichos Pitalpitoque, Tendile y Quintalbor, y por modo de hacerles compañía y amistad, vienen con ellos a lograr esta ocasión de hablar lo que han dicho; y que el uno se llama Tlamapanatzin, y el otro Atonaletzin[12]descendiente este del rey Camapichin, y el otro descendiente de Montezuma y deudo del actual rey, y que no lo quiere reconocer por no haber consentido quemar las pinturas y profecías antiguas; y que hoy vinieron solos y con secreto porque el gran Montezuma no lo sintiese; y que desde agora en adelante y para siempre se ofrecían fieles y leales vasallos de su majestad o emperador que se dijo y mentó a los del gran Montezuma, y que seguirían la ley de Dios y los mandamientos, sin faltar cosa alguna, y que siendo entrado yo el dicho Cortés en la gran ciudad de Tenochtitlán, conforme vería y entendería en las pinturas y profecías antiguas, los hiciese grandes y señores de tierras, donde de presente tienen sus pueblos, y que ellos no faltarían a la entrega de las dichas pinturas y libros de las profecías que hubieron de sus antepasados que primero gobernaron, y entendido yo dicho Hernán Cortés todo lo susodicho, por lengua del dicho Gerónimo de Aguilar, y Marina, presentes los capitanes…vasallos…y el P. Bartolomé de Olmedo y el Lic. Juan Díaz tuvimos gran regocijo y contento, y celebramos tan importante noticia: yo los agasajé, y mandé traer cuentas verdes y azules, y les dije que dentro de doce días los esperaba con las dichas pinturas y libros de profecías en que consistía el logro de nuestra santa fe católica, y servicio de S.M., y victoria de nuestra entrada en la Nueva España; asimesmo los susodichos ofrecieron convocar y traer al conocimiento para que sirvan a Dios nuestro Señor[13], y a nuestro emperador Don Carlos, y que…por el amor que nos tenían y deseo de lograr nuestra amistad y amparo…y me suplicaron les diese testimonio de la obediencia que dieron a Dios nuestro Señor y a S.M.: por ende, acatando el buen celo de los susodichos, les prometí, luego de que fuese logrado nuestro viaje…les hiciese en primer lugar la honra que más posible fuese en remuneración de tan hidalga fineza y voluntad…con otras muchas razones tocantes a la santa fe católica, que el P. Fr. Bartolomé de Olmedo les amonestó…repitieron tan afincadamente…pedian que no quedase sin castigo el gran Montezuma por sus graves delitos y causa que estaba cometiendo en deservicio de Dios…y que tiene mucho oro dado por fuerza, y el tesoro de su padre Axayácatl, y del un aposento lleno, en bruto si su sello, y cantidad de tinas e hollas llenas de piedras chalchihuitl, joyas y otras riquezas; y que siendo tomado se lo enviase a S.M., y se despiden…para el efecto se les dio la presente, fecha en S. Juan de Ulúa en veinte días del mes de Marzo, año del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil quinientos diez y nueve años.- Don Fernando Cortés.- Por mandato del capitán mi señor: Pedro Hernández.- Del cual obedecimiento que hicieron a S.M. originalmente se les dio testimonio a dichos dos caciques Tlamapanatzin y Atonaletzin.

En dos días del mes de Abril de dicho año, a las once de la noche llegaron los dichos Tlamapanatzin y Atonaletzin con muchos indios de los suyos cargados de presentes y bastimentos, y las pinturas en unos lienzos que acostumbraban, que se llama nequene[14], y libros de papel de maguey que se usa entre ellos; todo se manda por pinturas, estatuas (sic) y figuras imperfectas, y todo género de la tierra, árboles, cerros e ríos, calles y todo, sin faltar cosa, en ellas, pintadas y figuradas, y con ellos un buen escribano de los que entienden y estudian para sus efectos; y traían unas varitas delgadas y sutiles con que iban señalando y llamando por sus tenores y órdenes: de lo cual yo el dicho Hernán Cortés y los que en mi compañía estaban, quedamos admirados de las grandezas que veíamos y modo de gobiernos, y ordenanzas, profecías, mandamientos, ejecuciones, sentencias y leyes de estas partes; de lo cual, en cinco días que los dichos Tlamapanatzin, Atonaletzin y su secretario allí estuvieron, nos acabaron de hacer capaz de lo que en ello se contiene [dimos a Dios las gracias de semejante logro y dicha, de ver el todo para un mejor éxito y gobierno; y para que al tiempo y cuando se vean, siendo necesario, ante S.M. Católica…lo más importante y necesario es que dice estando el rey Acamapichi el primero, el año de 1384 vino un hombre blanco con barbas y vestido como papa de la manera de esta tierra, al parecer sacerdote, con un libro en las manos, y le dijo en su lengua que estaba muy engañado…y que el obrar bien con la paz entre ellos…sería cerca…de su herencia, porque está…de cosas ajenas, y que el legítimo dueño cerca estaba; y que ninguno de sus hijos dejará de sucesor; y que no hiciese sacrificios con sus prójimos, que no era fuerza…lo demorase…] en animales de la tierra, y que no se sustentasen con carnes humanas, y que sus ídolos habían de ser derrocados, y que los hijos del sol se habían de señorear con la tierra y habían de tiranizarlos y servirse de ellos y sus haciendas, y el que obrase bien en su empleo, en todo sería mejorado y siempre lograría el bien con ellos…foja 9, pintadas la ciudad, sus calles, arrabales, la laguna, las piraguas…en e mo…que todo se gobernaría, y todo el reino, lugares grandes y medianos, caminos y cerros…foja 18…del fallecimiento del rey Camapichi…cumplió las órdenes y profecías contenidas en los libros y pinturas…memorias de buenos órdenes y profecías contenidas en los libros y pinturas…memorias de buenas órdenes…dejando la ciudad en grande acrecentimiento…entró Tuzlantli, tirano, y… entró Chimalpopoca…malo…Ixcóatl…Montezuma…puso guerras, venció cuatro linajes, y se le profetizó muchas y lastimosas cosas…este hizo libros de profecías, pintó las pinturas en que dejaba la gran ciudad y sus provincias…en Tenesacxotla…y venció las otras generaciones, y en las guerras le mataron…entra el gran Montezuma gobernando todas las seis generaciones…salió Tlaxcala…sus enemigos trece años…e entró en el de 1530 años…consta en los libros, mapas y pinturas, viejos y nuevos, que dicho Tlamapanatzin y Atonaletzin nos dieron, con lo cual nos instruyeron y manifestaron la gran fuerza que tiene el gran Montezuma invencible; de los cuales me pidieron señas de su entrega dello, y di recibo firmado de mi nombre, refrendado de Gerónimo Hernández, escribano; y me suplicaron en nombre del Emperador les hiciese bautizar, se llamaron D. Esteban López Tlamapanatzin, y D. Francisco Montezuma Atonaletzin, y fueron sus padrinos el capitán Pedro de Alvarado y Juan de Escalante; el uno bautizó el Fr. Bartolomé de Olmedo, y el Atonaletzin el Lic. Juan Díaz, clérigo; y encargaron que nada supiese mientras el gran Montezuma, porque había pregonado que el que acudiese a nos, había de hacer sacrificios con él, y quemar al que diese bastimentos o llegara con los españoles, y de nuevo con mayor abundamiento se ofrecieron a la corona imperial de S.M., y ofrecieron hacer todo lo posible y necesario para tener logro S.M. del estado y cosas de estas partes, y la del gran Montezuma, y pidieron una Santa Cruz, Señor San Esteban, Santiago y Nuestra Señora de la Concepción, para adorarlos en sus pueblos y los suyos, y desde en este dicho día en adelante dijeron con más empeño convocarían a los pueblos contrarios de los mexicanos, y venidos los susodichos para el fin que dicho es, enviando yo a Pedro de Alvarado con cien soldados a la tierra dentro por bastimento, halló a los indios de Cempoal y otros circunvecinos; un cacique gordo les hizo muy buen recibimiento, y diciendo que ya habían estado allí los Tlatoanis Teacames, y que ya estaba hablado todo, y que ellos y todos los demás pueblos aparejados a servir al Emperador Don Carlos con mucho gusto y en paz, y recibir la santa fe, y dejar los pecados del gran Montezuma, que les tenía fieramente maltratados, de lo que se quejaban, viendo la seguridad que yo tenía de estos dos grandes caciques…de tierras…a noticiarle a S.M. de las cosas de estas partes…como me dijeron y suplicarles a dichos caciques, dando cuenta de cierto impedimento…y era bien lograr ocasión en vista de las pinturas que había hablado, de quién y cómo…”

A partir de este punto, Cortés resumió los pormenores desde el envió de sus procuradores con el oro rescatado al Emperador, pasando por la decisión de dar a través sus barcos y su avance hacia Tenochtitlán. También recordó la participación y apoyo que recibió de Tlamapanatzin, Atonaletzin y de la gente de Tlaxcala; la llegada de Pánfilo de Narváez, su captura, la muerte de Moctezuma, el retiro español de la ciudad (La Noche Triste), el posterior sitio y caída de Tenochtitlán y la captura de Cuauhtémoc.

Tres días después de apresado este último, Tlamapanatzin y Atonaletzin le dijeron a Cortés:

“Señor Cortés, ya Dios nuestro Santísimo ha sido servido concederles victoria en nuestro aumento y bien, y ya me voy para mi pueblo, y asimesmo mi hermano, y perdónanos; e lo que nuestras fuerzas pudo, a vuestra compañía y servicio del Emperador hemos estado prontos; y asimesmo estos principales presos y el gran Guatemus no supieron lo que hicieron, que los Teacames[15] los alborotaban y tenían ciegos, (como nos querían hacer también) con mentiras; y no dejéis de noticiar a nuestro Emperador enteramente lo que os ha pasado con nosotros; y si pudiéramos ir a su presencia, lo tuviéramos a mucho bien, y estando tú en estas partes, vuestra palabra y la de vuestros capitanes y la de los padres, con el tiempos andando pediremos el cumplimiento de ella, y nosotros no queremos despojos, porque pagados estamos con las preseas; y os hacemos saber con el gusto que vamos a colocar a Señor San Esteban y a Santiago por patrones de nuestros pueblos, y a mi señora de patrona en las ingratitudes de Otompa, para que su divina majestad les aplaque la malicia, porque es otra nación, aunque estamos juntos; y en todo regocijamos vuestra venida a estas partes, y nos tienes en todas ocasiones con el amor y voluntad que hasta hoy has visto en ello, y deseo servir a Dios y a S.M. el Emperador Don Carlos nuestro rey, y dar gracias y hacer oración y sacrificios a las santas imágenes que nos han sacado de tantos trabajos de los mexicanos, en hacer sacrificios con nuestros hijos y comerlos… y lloraban; yo el dicho Hernán Cortés, agradecido les di las gracias y los consolé, y el P. Olmedo y Sandoval y Alvarado, sus queridos, y se fueron los susodichos y su gente para sus pueblos. Y estando en paz y sosiego, como al presente está y tengo yo pacífica la tierra y gentes de ella, más de treinta leguas de una parte a otra, con la ayuda de Dios y la de los dichos D. Esteban López Tlamapanatzin, señor natural del pueblo de S. Esteban Axapusco, y el señor natural D. Francisco Montezuma Atonaletzin, del pueblo de Santiago Tepeyahualco, por medio de las disposiciones y profecías antiguas que me dieron de sus antepasados, en mi entrada de la Villa-Rica, en tan gran servicio de Dios y de S.M.; y mirando el tiempo de seis años que ha transcurrido, y a la mas y mejor abundancia de la tierra, y que a todos los caciques que se emplearon en el servicio de S.M. se les hace mercedes y donaciones en nombre de S. M., me pidieron y suplicaron les cumpliese la promesa y pues eran tan servidores de S.M., los hiciese libres de todos pechos y contribuciones perpetuamente los dichos sus pueblos y ellos, y les hiciese merced de cuatro sitios de estancias, y gobernadores perpetuos de sus pueblos, sin que ninguno de sus inferiores pueda serlo, pues eran tan fieles a S.M., y siempre tuvieron muy buena voluntad a los españoles, como yo había visto y veía; y en sus lenguas me dijeron otros muchos razonamientos, y que me encarecían la conveniencia; e yo por ende, acatando los muchos servicios que los susodichos hicieron a S.M. en las buenas obras que siempre nos hicieron, y la voluntad que mostraron en el real servicio de S.M., que sin duda hubiera costado más dificultades y muertes a los españoles, como yo tenía por cierto, de lo que ha resultado que los naturales estén en verdadero conocimiento, y S.M. servido y considerado; asimesmo que Dios nuestro Señor y S.M. son muy servidos que en estas partes se plantee nuestra santísima religión, como de cada va en acrecentamiento, y que los dichos principales y otras personas de los naturales de esta Nueva España se les muestre toda la mas y mejor doctrina que fuera posible, para quitallos de las idolatrías en que hasta aquí han estado, y traellos a verdadero conocimiento de nuestra santa fe católica, especialmente al gobernador D. Esteban López Tlamapanatzin y D. Francisco Montezuma Atonaletzin, y a sus hijos y maceguales de sus pueblos, y que en esto se descargaba la conciencia de S.M. y la mía en su real nombre, tóvelo por bien de les aceptar sus ruegos, como personas más principales y dueños, como al presente están en la inteligencia de la conquista de los chichimecas de tierradentro; por la presente en el real nombre de S.M. les hago merced de cuatro sitios de estancias, dos para ganado mayor y dos para ganado menor, en términos de los dichos sus pueblos Axapusco y Tepeyahualco, que corre de Sur a Norte y de Oriente a Poniente, conforme a la pintura de ella que me mostraron; dicen ser cuatro leguas de largo y una de ancho; los cuales les hago con las condiciones que los frutos que en dichas tierras produjeren y ellos cultivaren y beneficiaren, o ganados, tratos y granjerías, no deban pagar ningún pecho, ni cuecho, ni contribuciones, décimas, primicias, pasajes, reconocimiento alguno acostumbrando o por acostumbrar; y que los dichos Tlamapanatzin y sus herederos, y el dicho Atonaletzin y sus herederos no deban pagar tributos, ni otra cosa de pecho, ni contribución, y que sean señores de vasallos y gobiernen a los súbditos, y que entre ellos esté la vara de gobierno, y de removerla, sea en uno de los contenidos y sus herederos perpetuamente y para siempre jamás: la cual dicha merced les hago en el real nombre de S.M. y como su gobernador y capitán general de estas partes, y porque de derecho les pertenece de su patrimonio, y como legítimos señores naturales de dichos pueblos de Axapusco y Tepeyahualco, y descendientes de reyes de estas partes: lo cual, como dicho es, doy en nombre de S.M. a los susodichos para que lo hayan y tengan y gocen como suyo propio para siempre, con títulos de señores de los dichos pueblos y estancias, reservados de pechos y contribuciones, y dicho gobierno, aquí contenidos, les doy en nombre de S.M., y por descargar su real conciencia y la mía en su nombre; por esta digo que no les serás quitados, ni removidos por cosa alguna en ningún tiempo ni por alguna manera; y para más saneamiento, prometo y doy fe en nombre de S.M., que de esto haré segunda relación a S.M. para que se sirva de confirmar esta merced de los dichos D. Esteban López Tlamapanatzin y D. Francisco Montezuma Atonaletzin, para que ellos y sus herederos y sucesores gocen sus pueblos, estancias y gobiernos, libres y reservados, y doy por ninguna y de ningún valor cualquiera cédula de encomienda y depósito de los dichos pueblos y estancias, gobierno y reserva, que yo haya dado a cualquiera persona, por cuanto yo en nombre de S.M. los revoco, y restituyo a los susodichos, como dicho es, por suyo y que de derecho les pertenece; y mando a todos y cualesquiera personas, vecinos y moradores de esta Nueva España, estantes y habitantes en ella, que hayan y tengan a los susodichos por señores de los dichos cuatro sitios y estancias…y el gobierno y reservas…condiciones, y que no les impidan ni estorben en cosa alguna de ellas, so pena de quinientos pesos de oro para  la cámara y fisco de S.M. Fecho a diez y seis días del mes de Diciembre de mil quinientos y veinte y siete años.- D. Fernando Cortés.- Por mandato del Gobernador mi señor: Alonso Valiente.

La merced de Hernán Cortés. 

Un nuevo análisis

El haber realizado el comparativo de los tiempos con las obras y documentos mencionados en los textos sobre La fundación de la Villa Rica de la Vera Cruz desde la visión de cuatro autores del siglo XVI, parte I y II (disponibles en este mismo blog), me permitió abordar la merced de Cortés desde un nuevo punto de vista: el cronológico. Si bien el documento presente muchas inexactitudes en este rubro, todas ellas fueron susceptibles de ser corregidas debido a que dichas imprecisiones no son de gravedad. Además, este análisis también me llevó a concluir que la merced es legítima, pues los detalles descritos son de carácter muy personal, por lo que sólo alguien que hubiera vivido esos eventos podría conocerlos.

 

“Por cuanto yo, D. Hernán Cortés, capitán general y gobernador de esta Nueva España y sus provincias por S.M., al tiempo que pasé a estas partes con ciertos navíos y gente para las pacificar…”

 

Este inicio, en donde Cortés se nombra “capitán general y gobernador de la Nueva España…” ha creado mucha suspicacia. Y no es para menos, pues el extremeño sería nombrado primeramente capitán general y justicia mayor por el cabildo de la Villa Rica de la Vera Cruz a mediados de mayo de 1519, mientras que el título de gobernador y capitán general de la Nueva España le sería otorgado por Carlos V hasta el 15 de octubre de 1522. Sin embargo, esto tiene una posible explicación: al haber Cortés ampliado su merced siete años después de la conquista de México-Tenochtitlán, bien pudo haber mejorado la redacción de la merced inicial, por lo que el título mencionado ya no sería extraño, pues para diciembre de 1527 (fecha en que amplió y firmó la merced), Hernán Cortés ya contaría dicho nombramiento.


“[…] estando en la Villa-Rica de S. Juan de Ulúa, el día Sábado de Gloria, fueron enviados por el gran Montezuma, que residía en esta gran ciudad de México Tenochtitlán y todas sus provincias, unos grandes principales llamados Pitalpitoque, Tendile y Quintalbor, que dijo ser su deudo, con varios principales grandes, a saber mi venida y lo que se me ofrecía, y a pedirme licencia para pintar las estatuas, gentes y navíos, con gran presente de oro y mantas; los cuales, habiéndose comedido con hacernos jacales o enramadas para resistir el rigor del sol, por sus lenguas y señas que hacían dos principales dellos, doña Marina y Gerónimo de Aguilar les entendieron, y les dijeron que como les guardasen todo sigilo y secreto que no llegaría a noticia del gran Montezuma, su rey y señor y deudo, nos prometían y ofrecían entregarnos las pinturas y profecías del rey Camapichi, […]


Cortés menciona a Quintalbor entre el grupo de embajadores que llegaron el 23 de abril (Sábado de Gloria), al campamento frente a Ulúa. Algo completamente erróneo, pues Tentlil y Cuitlapiltoc llegarían al campamento español el domingo 24 y Quintalbor lo haría hasta la segunda visita de la comitiva mexica a Cortés. Por consiguiente, puede entenderse que mezcló hechos y fechas de dos distintos sucesos, cayendo así en la errata de indicar que fue en el primer encuentro cuando el trío de caciques lo contactaron. Así, el extremeño hizo referencia a sucesos que ocurrieron entre el viernes 22 y el domingo 24 de abril, junto con otros que ocurrieron entre el 30 de abril y el 1 de mayo, fechas estas últimas en donde se dio la segunda llegada de Tentlil y Cuitlapiltoc junto con Quintalbor. Al respecto, el extremeño escribió lo siguiente:


En dos días del mes de ABRIL de dicho año, a las once de la noche llegaron los dichos Tlamapanatzin y Atonaletzin con muchos indios de los suyos cargados de presentes y bastimentos, […]”


Lo anterior está escrito en la ampliación de la merced, fecha completamente equivocada por obvias razones. Ahora bien, si pensamos en la errata de algún escribano al momento de copiar la maltrecha merced o en alguna confusión de Cortés por el paso de los años y que en lugar del erróneo mes de abril se cambiara por el mes de mayo, la frase diría: En dos días del mes de MAYO de dicho año, a las once de la noche llegaron los dichos Tlamapanatzin y Atonaletzin JUNTO con muchos indios de los suyos cargados de presentes y bastimentos, […],” entonces tendríamos que el día y el mes encajarían con la fecha de la segunda llegada de Tentlil, Cuitlapiltoc y Quintalbor al real español. Por otra parte, el tiempo que transcurrió entre la primera partida de Tentlil y su regreso, según Díaz del Castillo, Cervantes Salazar y López de Gómara, fue de aproximadamente siete días; casi el mismo tiempo que señala Cortés en su merced (contando a partir del lunes 25 de abril y hasta el 2 de mayo por la noche. Ocho días en total). Así, el par de caciques llegaron en realidad con la segunda venida de los embajadores para prometerle los códices; y no en la primera, como erróneamente indica la merced.


“[…] y como viniesen en el camino de sus pueblos se hicieron encontradizos con los dichos Pitalpitoque, Tendile y Quintalbor, y por modo de hacerles compañía y amistad, vienen con ellos a lograr esta ocasión de hablar lo que han dicho; y que el uno se llama Tlamapanatzin, y el otro Atonaletzin”.


Es entonces cuando Cortés, una vez informado de la existencia de los códices, trató a Tlamapanatzin y Atonaletzin de la siguiente forma:


[…] yo los agasajé, y mandé traer cuentas verdes y azules, y les dije que dentro de doce días los esperaba con las dichas pinturas y libros de profecías […]”


Tomando en cuenta que la fecha de partida de ambos caciques fue al día siguiente de su llegada (2 de mayo), entonces su retorno de estos con los códices prometidos sería hasta el 14 de mayo (tomando en cuenta los doce días e iniciando la cuenta el 3 de mayo). Ya de vuelta el par de caciques con los códices al campamento español, Cortés escribió que aquellos permanecieron cinco días explicándolos. Esto es, del día 15 hasta por lo menos el 19 de mayo.


[…] quedamos admirados de las grandezas que veíamos y modo de gobiernos, y ordenanzas, profecías, mandamientos, ejecuciones, sentencias y leyes de estas partes; de lo cual, en cinco días que los dichos Tlamapanatzin, Atonaletzin y su secretario allí estuvieron, nos acabaron de hacer capaz de lo que en ello se contiene […]”


El intervalo de tiempo mencionado quedaría entonces confirmado si tomamos en consideración el siguiente fragmento:


“[…] y encargaron que nada supiese mientras el gran Montezuma, porque había pregonado que el que acudiese á nos, había de hacer sacrificios con él, y quemar á quien diese bastimento ó llegara con los españoles; […]”


El hueytlatoani de México-Tenochtitlan solo pudo haber ordenado aquello después de haber enviado por tercera ocasión a sus embajadores para decir a Cortés que no insistiera en ir a verlo, pues no sería recibido por él. Esto ocurrió entre el domingo 8 y el martes 10 de mayo, varios días antes de la llegada de Tlamapanatzin y Atonaletzin con los códices. Así, cuando llegaron ambos caciques con Cortés, lo hicieron a sabiendas que corrían el riesgo de morir si eran descubiertos tratando con los españoles, de allí su petición de discreción.


Entonces, la fecha indicada en la merced inicial no sería “[…] fecha en S. Juan de Ulúa en veinte días del mes de MARZO[16], […]” sino: “[…] fecha en S. Juan de Ulúa en veinte días del mes de MAYO, […]”. Pues para el 20 de marzo aun faltaría un mes para la llegada de Cortés y su armada a Ulúa. Un gran error del copista o de los recuerdos de Cortés, definitivamente.


En base a lo expuesto, es posible que ambos caciques vivieran la fundación de la Villa Rica de la Veracruz y sus conflictos previos y posteriores; pues según Díaz del Castillo y Cervantes Salazar, la partida de Alvarado en búsqueda de bastimentos ocurrió poco tiempo después de fundada la Villa Rica, algo que también narra Cortés en la ampliación de su merced:


“[…] y venidos los susodichos [Tlamapanatzin y Atonaletzin] para el fin que dicho es, enviando yo a Pedro de Alvarado con cien soldados á la tierra dentro por bastimento […]


Mismo que ocurre poco después de la partida de los caciques el 20 de mayo; esto es, ya con la Villa Rica de la Vera Cruz fundada y la primera merced firmada por el recién investido Capitán General y Justicia Mayor.


Esto abre la posibilidad de ubicar con un poco más de precisión, la posible fecha en que fue fundada la Villa Rica de la Vera Cruz, situación que se abordará en el siguiente trabajo de investigación.


Calendario del mes de mayo de 1519 generado por la página web "NASA SKYCAL- Sky Events calendar".


Imagen de encabezado: Fojas de la Real Ejecutoría publicadas en “El primer texto español de América”, en Expresiones del periódico Excélsior; p. 9.


Bibliografía:

1.    Arroyo, Francisco Javier Garay. (s.f.). 500 años de México en documentos. Recuperado el 14 de Abril de 2017, de http://www.biblioteca.tv/artman2/publish/1526_273/Carta_de_Hern_n_Cort_s_al_Emperador_Carlos_V_del_11_de_septiembre_de_1526.shtml

2. Bautista, V. (17 de Julio de 2012). El primer texto español de América. Excelsior: Expresiones, pág. 9.

3. Izcabaleta, J. G. (1866). Colección de documentos para la historia de México (Vol. II). México: Antigua Librería.

4. Martínez, J. L. (1990). Documentos cortesianos I: 1518-1528. Secciones I a III. México, D.F.: UNAM - Fondo de Cultura Económica.


[1] Pagas o contribuciones que se daban al Rey. Las personas que cumplían con lo anterior eran conocidos como “Pecheros”.

[2] Escribano Serna. Despachada por S. M. en su Real Consejo de Indias, año de 1537. Fecha dicha merced por don Hernán Cortés, y a pedimento de partes, año de 1526. El original de que se sacó esta copia es un testimonio jurídico compulsado el año de 1617, con la ocasión que él mismo expresa. […] Considerando que estos lo hacen casi ininteligible […] lastimosamente mutilado y corrompido. Estos defectos son de la pieza misma que hoy sirve de original, procediendo de la ignorancia y descuido de los antiguos copiantes, y de las diversas manos porque pasó; pues debemos suponer que la merced original de Cortés quedaría en los autos primitivos, que de ellos se compulsó un testimonio para enviarlo al Consejo, que la Real Provisión de este se copió de nuevo, que de ella se dio testimonio, y que de él se trasladó el que existe y que definitivamente se convirtió en original.

[3]  Fernando Ramírez hace alusión a la gran cantidad de notas aclaratorias que tuvo que escribir para salvar los errores e incongruencias en el documento

[4] Signo gráfico simple que expresa un número en un sistema de numeración; puede combinarse con otros para representar una cantidad. Por ejemplo: "el número 12 está formado por dos guarismos."

[5] Cortés no expide la constancia-merced “a los pocos días después de su llegada a San Juan de Ulúa”, cuando aun no tenía la autoridad para hacerlo. Esta es expedida hasta el 20 de mayo de 1519, un mes después de haber arribado y seguramente lo hizo cuando ya tenía el nombramiento de Capitán General y Justicia Mayor por el Cabildo de la recién fundada Villa Rica  de la Veracruz.

[6] El finado historiador olvida que hubo una primera Carta de relación. ¿Quién podría asegurar que en ella Cortés no hizo mención por vez primera de la ciudad de México-Tenochtitlán? Además, al haber estado en contacto más de una vez con los emisarios de Moctezuma, es más que difícil que no supiera el nombre de la ciudad mexica desde la primera vez que se encontró con los embajadores.

[7] Luis Ponce de León llegó en la fecha señalada a la ciudad de México y fue reconocido como gobernador, pero falleció a los dos días. (En el juicio de residencia contra Cortés, hubo acusaciones de que el recién llegado había sido envenado por aquél, algo que supuestamente intentaría hacer también contra el gobernador sustituto nombrado por Ponce). Quedó a cargo del gobierno Marcos de Aguilar a partir del 1 de agosto de 1526 y hasta el 1 de marzo de 1527. Interesante el dato, pues no siendo Cortés gobernador para la fecha en que firmó la ampliación de la merced, ¿cómo es que nadie notó ese detalle en el juicio que se llevó a cabo a mediados del siglo XVII en donde estuvo involucrada esta ilegal merced? Por otra parte, el carácter rebelde y obstinado de Hernán Cortés no le permitió reconocer a de Aguilar como gobernador y emitió varias ordenanzas en 1526 que causaron conflictos y fricciones entre ambos: “Como yo siempre he procurado y procuro el buen tratamiento y conservación de los naturales de estas partes, había para ello hecho ciertos días habrá unas ordenanzas muy provechosas a los indios, sobre la manera que habían de tener sobre el servicio de los españoles, y lo que éstos de su parte habían de hacer para que los indios naturales fuesen bien tratados y relevados, y ellos aprovechados, las cuales envío a vuestra majestad, pues como ya he dicho a vuestra majestad, el cargo de capitán general y administración de los indios había quedado en mí, porque solamente tocaban en el buen tratamiento de los naturales. Y como esto vieron los dichos Estrada y Albornoz, juntan gente armada, y van al dicho Marcos de Aguilar, diciendo que aquello yo no lo podía hacer, y que era usar de jurisdicción, y que estaba suspenso de aquello y de todo lo demás, y que lo remediase y castigase, y por calumniarme inducieron al dicho Marcos de Aguilar a que luego saliese a la plaza de esta ciudad, y diese un pregón que todos acudiesen a él y a sus llamamientos, y obedeciesen sus mandamientos y no de otra persona. El cual se dio estando yo presente, y respondí que yo sería el primero que acudiría a su llamamiento de día y de noche. E hizo pregonar una cédula o provisión de vuestra majestad que traía Luis Ponce, en que mandaba a todos los vecinos le siguiesen y acudiesen a él para todo lo que es mandase. Lo cual hacía e hicieron por me desfavorecer, y dar a entender a las gentes que vuestra majestad holgaría que yo fuese desfavorecido, y no porque había necesidad del dicho pregón. […] Pienso que vuestra majestad se irá satisfaciendo de mi limpieza, pues no solamente obedecí y cumplí lo que el juez enviado por vuestra majestad me mandó, pero aun obedezco y cumplo todo lo que me manda el juez que no tengo por competente, ni fue ni es nombrado por vuestra majestad ni por su Consejo. […] ” (Arroyo, Francisco Javier Garay)

[8] El 15 de octubre de 1522, el emperador Carlos V de Alemania y I de España, nombró a Cortés Gobernador y Capitán General de la Nueva España.

[9] A partir de este punto hablan un par de personajes que llegaron junto con los enviados de Moctezuma: Tlamapanatzin y Atonaletzin.

[10] Acamapitzin, elegido tlatoani en 1352, primer gobernante de México-Tenochtitlán

[11] ¿El retorno de Quetzalcóatl?

[12] José Fernando Ramírez apuntó que el nombre correcto quizá fue Atonaltzin.

[13] Palabra agregada por García Icazbalceta por no estar en el original o en las copias y que por obviedad fue agregada en el texto. De aquí en adelante, los agregados del dicho impresor estarán representadas en versalitas.

[14] Henequén.

[15] “Tal vez Teyacana, Teyacanani, ó Teyacanqui, que el Vocabulario de Fr. Alonso de Molina traduce por ‘capitán de gente, guía de otros, regidor, gobernador, ó cosa primera, mejor y mas excelente.”. Nota de José  Fernando Ramírez.

[16] José Fernando Ramírez al respecto de este dato, escribió: “Esta fecha ofrecería una dificultad insuperable, bastante aun para desechar el documento como apócrifo, si su enmienda no se presentara tan natural como sencilla. Hemos visto que Cortés arribó a las playas de Veracruz el 21 de abril de 1519: por consiguiente, no pudo haber otorgado esta merced el 20 de marzo. La dificultad desaparece tomando en cuenta que los calígrafos de la época abreviaban ordinariamente el nombre del mes de Marzo, dándole una forma que lo confundía con el mes de Mayo. Todos los que tienen alguna versación en papeles antiguos lo habrán advertido, y aun incurrido en la equivocación en que incurrió el copiante de este testimonio. Verdad es que no se conoce de una manera precisa el día en que Cortés abandonó las playas de la actual Veracruz, para fundar la antigua; más por la relación de los sucesos acaecidos en el intermedio, parece fuera de duda que aun se conservaba en aquellas después del 20 de Mayo. Esta es, en consecuencia, la más antigua merced que se conoce del Conquistador, y probablemente la primera que otorgó.



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