Para este escribidor e historiadorcillo, el jarocho ha sido motivo de incertidumbre histórica y lingüística desde que comenzó a investigar la historia de la ciudad de Veracruz. Esto, desde su aparentemente súbita aparición en la llanura costera del golfo a principios del siglo XIX; pues con sus incursiones insurgentes, el personaje quedó estrechamente ligado, social y culturalmente, a la historia del país y principalmente, a la del Estado de Veracruz. Situación que se reforzó con su activa participación contra las intervenciones militares extranjeras, asonadas y guerras intestinas, ocurridas durante las tres cuartas partes del convulso siglo decimonónico. Por otra parte, está el término “jarocho”, que ha mostrado una etimología incierta y cargada de conjeturas desde el señalado siglo, mismas que han permeado hasta la actualidad, provocando no pocas diferencias de opinión entre los historiadores contemporáneos. Partiendo del hecho que las explicaciones sobre su etimología no han sido del todo concluyentes, es que han surgido preguntas tales como: ¿Cuáles es la raíz de la palabra? ¿Surgió en el español mexicano o es un término proveniente de la península ibérica? ¿Cuál fue su significado original? Y por la parte socio-cultural, ¿Cómo surgieron los jarochos? ¿Qué grupo social los conformaba? ¿Acaso fueron negros, mulatos, indios, criollos, mestizos, españoles o la mezcla de dos o más de dichas castas? ¿Cuáles fueron sus costumbres y actividad económica?
Por estas dudas y otras que surgieron en el andar, es que el presente trabajo busca, en tres partes, aproximarse a lo que me ha dado por nombrar “el jarocho histórico”, mostrando las diversas posturas que han explicado el origen, tanto de la palabra como del personaje, junto con algunas conjeturas propias a las interrogantes mencionadas. Ejercicios honestos todos ellos, pero que quizá carezcan aún del fundamento histórico y lingüístico para ser también concluyente. Con todo y ello, comparto este escrito deseando sea de interés para sus posibles lectores.
Hoy en día, es por sabido que el primer libro en el que apareció la palabra “jarocho” fue en un diccionario inglés-español, español-inglés editado en Londres en 1726. En esta obra apareció la entrada: “Jarocho, vid. Xarócho”1 en la sección español-inglés, pero sin aportar definición alguna al término. Considerando el “vid” (“vide”, “ver”) señalado, se realizó una búsqueda en el mismo diccionario de la palabra “Xarócho”; pero el lema desafortunadamente no fue incluido en la obra2. No obstante, si en un diccionario “se compendian las palabras y expresiones más comunes y relevantes de una lengua”,3 (las negritas en todos los casos son mías), entonces puede darse por sentado que este término era común en el habla española del siglo XVIII y quizá también, de finales del siglo XVII. Esto último, por lo menos en la península ibérica.
Siguiendo con esta ruta, realicé una búsqueda de las entradas “jarocho” y “xarócho” en diccionarios, publicaciones o archivos digitalizados4 presentes en Google Books, Internet Archive, Europeana, Biblioteca Nacional de España, HathiTrust, etc., abarcando desde el siglo XVI hasta llegar al año de 1726 (ya en el siglo XVIII), sin encontrar mención alguna de este término. También se consultaron obras novohispanas como el Vocabulario en lengua castellana y mexicana de Alonso de Molina (1571)5 y en el Arte de la lengua mexicana con la declaracion de los adverbios della, del padre Horacio Carochi (1645)6. Estos últimos fueron de utilidad, pues permitieron descartar la posibilidad de una raíz náhuatl (“xalli”, “xara”, “xaro”, “xo”, etc.), en el vocablo “xarócho” (préstamos del náhuatl al español mexicano). El no haber encontrado por lo pronto en la literatura novo hispana, rastro de dicha palabra en los siglos mencionados, me hizo hipotetizar que ésta pudo haber nacido tardíamente en el español colonial mexicano o que fue importada desde España. De estas, la segunda conjetura tiende a ser la más viable, pues no deja de llamar la atención que la palabra hubiera aparecido por vez primera en un diccionario editado en Londres (Europa) y no en alguna obra de la Nueva España. Por otra parte, en búsquedas posteriores a 1726 y durante todo el resto del siglo XVIII, el término apareció nuevamente en algunas reimpresiones de diccionarios bilingües (1786 y 1800), en donde se repitió la entrada dada por Stevens, pero sin incluir ampliaciones o definiciones.
Aparición impresa en 1806 y 1810 en Nueva España
El 24 de agosto de 1806 apareció publicado en el Diario de México, un romance en donde su autor criticaba una noticia aparecida días antes en ese mismo periódico, usando para ello la composición poética antes mencionada. Aquí los fragmentos relacionados con el tema:
“Señor Diarista: el afecto ¡No lo creo, ni con mirarlo! Idose al monte a vivir,
Que profeso a mis paisanos, Pues no me cabe en el juicio, No parece ser hermitaño,
Me hace, que este romance Que por lo que dice un payo, Ni anacoreta, pues solo
Los regañe y cebe un taco; Y usted por suma atención Lo hizo por ser inclinado
Diciéndoles ¿si es posible, Lo anunciara en su diario, A semejar a lo brutos,
Que de un jarocho taimado Hayan creído que pudiera Habiendo en poblado tantos
Se hayan dejado engañar? Un muchacho de seis años ...”
“...Pero más asno sería Y continúa:
yo, permitiendo que el payo “...
Se fuera para su tierra, Que las señales que tiene Que son, porque allí tenía
A estarse vanagloriando, En el cutis sobre el cráneo, Los pitones, ó los cachos,
De que había en la Capital Fueron dos llagas viscosas Siendo así, que toda asta
Vendido por liebre gato, Procedidas del contagio, Nace, o procede del casco,
Y que comido lo habían Cuyas cicatrices quiere Y aunque se corte á raíz,
Europeos y Mexicanos...” El Don jarocho encajarnos, Con el tiempo crece algo.” 7
La posibilidad de usar el término jarocho como sinónimo de payo, es atractiva. Según el Diccionario de la Lengua Castellana realizado por la RAE en 1803, esta última palabra tiene las siguientes definiciones:
PAYO. Germ. Pastor.8
No perdamos de vista la segunda acepción de la palabra para abordarla más adelante. Por otra parte, la palabra “jarocho” no aparece definida en ese diccionario (también se buscó la entrada xarócho); pero sí lo está una palabra muy socorrida para explicar su etimología, misma que agrego como referencia para también ser discutida posteriormente:
JARO, RA. Adj. Que se aplica a los puercos que tiran a rojos ó cardenus. Subflavus.9
En la actualidad, en el diccionario de la RAE “payo” tiene un par de acepciones, una de ellas no muy diferentes a la dada hace más de 200 años:
1.- Adjetivo. Aplicado a persona, usado también como sustantivo.
2.- Adjetivo. Ignorante y rudo. Aplicado a persona, usado también como sustantivo.
Aunque el par de definiciones anteriores son contemporáneas, la última podría haber aplicado en el siglo XIX para describir a los jarochos, esto si consideramos a payo como su sinónimo. Ahora bien, ¿a qué noticia hace alusión el romance? A una publicada en el Diario de México el 19 de julio de 1806:
“Ha llegado a esta Ciudad, el muchacho monstruoso, de que se habló en la gazeta de esta Capital núm. Se halla en la calle de San Felipe núm. 6 con licencia del Superior Govierno, para manifestarse à las personas que le quieran ver desde mañana Domingo, pagando à dos reales la entrada.”
“Se llama este fenómeno de la naturaleza José Melesio; es natural de Tepatitan10 de la Intendencia de Guadalajara, de 18 años, hijo de N. González indio, y María Carbajal, negra, que viven en el rancho de Juana Castro, como à [ilegible] leguas de dicho pueblo: cubierto de escamas de pies a cabeza, carece del habla, acostumbra más bien a andar à gatos, ó en cuatro pies, que sobre estos: se acomoda mas â comer en el suelo como bestia, que como racional: se dice que tenía pitones de cuernos, que le cortaron sus Padres, y en efecto se le advierten unas señales, que lo hacen verosimil: desde chico se huía de sus padres y se metía en el monte por largas temporadas, manteniendose sin ropa, y se le observan más acciones de bruto que de racional”.[11]
La palabra “jarocho” volvió a aparecer el 30 de abril de 1811 en El Español, publicación mensual impresa en Londres, en donde se reproduce una misiva titulada: “Bosquexo de la revolución de Nueva España”, fechada el 19 de noviembre de 1810 y que fue escrita por “un enemigo de la revolución actual”. En ella se narran algunos hechos de armas sucedidos poco después del Grito de Dolores y hasta el día 11 de ese mismo mes y año:
“El Cura Hidalgo se había declarado Generalísimo del exército de América: tenientes generales Allende, Aldama y un tal Abasolo, con una larga promoción de Coroneles, y otros subalternos, formando su mayor fuerza de 3 mil hombres de tropa reglada de los cuerpos de Milicias infieles, y de 14 mil hombres de a caballo de los jarochos de las haciendas, que iban talando, y destruyendo al paso.”12
Es interesante señalar que el autor nombra a la caballería insurgente como “jarochos”; mientras que líneas más adelante, a los voluntarios realistas europeos y americanos los califica como “hombres decentes de todas clases”. Esto me hace conjeturar que el término tenía (al menos en la capital del virreinato y en el Bajío, pero sin descartar otras zonas), una connotación despectiva semejante a la de “payo” en el romance señalado líneas arriba. Por otra parte, no puedo dejar de señalar tres detalles de estos jarochos primigenios: era gente montada, pertenecía a las haciendas y no eran oriundos de la costa.
Finalmente, bajo lo anterior subrayo la posibilidad de que si el término “jarocho” apareció por escrito en un par de textos de la primera década del siglo decimonónico, uno en Nueva España y otro en Europa, entonces era un vocablo utilizado en el habla cotidiana del centro del país por lo menos desde principios del siglo XIX, y posiblemente en España desde inicios del siglo XVII o antes.
(Continuará)
*****
1 John Stevens, A new dictionary, spanish and english, and english and spanish, London, impreso por J. Darby, 1726, p. 806 [359] https://archive.org/details/newdictionaryspa00stev/page/n359/mode/2up?q=jarocho
2 Es
una pena, pues una explicación en este diccionario hubiera ayudado
a zanjar parte o mucho de la polémica.
3 Según la RAE.
4 No se descarta que existan libros o documentos en donde pudiera aparecer el término de marras, pero al no estar digitalizados quedan fuera del alcance del autor.
5 Alonso de Molina, Vocabvlario en lengva castellana y mexicana, Mexico, impreso en la casa de Antonio de Spinosa, 1571 https://archive.org/details/vocabularioenlen00moli/page/n3/mode/2up
6 Horacio Carochi, Arte de la lengva mexicana con la declaracion de los adverbios della, México, impreso por Iuan Ruyz, 1645 https://archive.org/details/artedelalenguam00caro/page/n3/mode/2up?q=cho
7 “Romance anti-fenómeno” en Diario de México, 24 de agosto de 1806, núm. 328, p. 469
8 Real Academia Española, “Diccionario de la Lengua Castellana, compuesto por la Real Academia Española”, Madrid, Impresora de la Real Academia, 1803, p. 633.
9 Real Academia...Op. Cit. p. 495
10 Posiblemente Tepatitlán, Jal. Situado a 65 km al este de Guadalajara.
11 “Aviso” en Diario de México, 19 de julio de 1806, p. 327
12 “Bosquexo de la revolución de Nueva España. Escrito en México, en 19 de Noviembre 1810”, en El Español, 30 de abril de 1811, p. 23 https://www.memoriademadrid.es/view/203846/el-espanol-no-xiii-30-de-abril-de-1811?q=facet,parents,terms,313&offset=21&limit=100
Imagen de encabezado: Petros Pharamond Blanchard, Joven jarocha (1838), acuarela, 18.5x12 cm. Colección A. Cristóbal.
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“Aviso” en Diario de México, 19 de julio de 1806, p. 327
“Bosquexo de la revolución de Nueva España. Escrito en México, en 19 de Noviembre 1810”, en El Español, 30 de abril de 1811, p. 23 https://www.memoriademadrid.es/view/203846/el-espanol-no-xiii-30-de-abril-de-1811?q=facet,parents,terms,313&offset=21&limit=100
Carochi, Horacio, Arte de la lengva mexicana con la declaracion de los adverbios della, México, impreso por Iuan
Ruyz, 1645 https://archive.org/details/artedelalenguam00caro/page/n3/mode/2up?q=cho
De Molina, Alonso, Vocabvlario en lengva castellana y mexicana, Mexico, impreso en la casa de Antonio
de Spinosa, 1571 https://archive.org/details/vocabularioenlen00moli/page/n3/mode/2up
Real Academia Española, “Diccionario de la Lengua Castellana, compuesto por la Real Academia Española”,
Madrid, Impresora de la Real Academia, 1803, p. 633.
“Romance anti-fenómeno” en Diario de México, 24 de agosto de 1806, núm. 328, p. 469
Stevens, John, A new dictionary, spanish and english, and english and spanish, London, impreso por J. Darby,
1726, p. 806 [359] https://archive.org/details/newdictionaryspa00stev/page/n359/mode/2up?q=jarocho

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