Ciudad y puerto de la Nueva Veracruz
Viernes 21 de mayo
Ciudad y puerto de la Nueva Veracruz
Viernes 21 de mayo
Ciudad y puerto de la Nueva Veracruz
Viernes 21 de mayo
Ciudad y puerto de la Nueva Veracruz
Sábado 22 de mayo
Ciudad y puerto de la Nueva Veracruz
Sábado 22 de mayo
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Hicieron caminar a los sacerdotes en hilera. En su andar, vieron la calles y casas destruidas, todo asqueroso y hediondo. Todo arruinado. Atrás de ellos, marchaban todas las negras y mulatas, tanto libres como esclavas. Al llegar a la esquina donde se encontraba la casa del capitán Martín Ramón de Nogales, los alcanzó Van Hoorn a caballo con su alfanje en la mano, ordenando a los suyos que detuvieran la marcha de los aproximadamente 90 sacerdotes. Por un instante, más de uno pensó que allí los iban a matar, pero solo fue para que pudieran pasar las mujeres que venían detrás.
Al llegar a la playa, les ordenaron vestirse con sus hábitos para que desde el castillo los identificaran y no los cañonearan y para que desde tierra no les embistiesen. Así continuaron hasta llegar, hacia el mediodía, apaleados y rendidos de cansancio, a los Hornos, lugar situado a orilla de la playa y a media legua de la ciudad. En ese momento los filibusteros embarcaban al gobernador Bartolomé de Córdova, a los ricos, al vicario Álvarez de Toledo, al rector del colegio de la Compañía de Jesús, al padre guardián del convento de San Francisco y al padre prior del de Santo Domingo. También fueron llegando a aquel sitio grupos de hombres con sus pesadas cargas, de los cuales murieron una decena durante la marcha, exhaustos por el esfuerzo y los golpes, como le sucedió a don Pedro de Estrada, que lo ahogó la fatiga de cargar un costal de harina[8]. A los clérigos les quitaron la poca ropa que llevaban puesta, pañuelos, las medallas de los rosarios, la tumbaga y los anillos. Aquí sucedió que el mulato que había abierto el sagrario de la parroquia de un carabinazo se encontró con don Juan Sánchez de Orejón, con quien tenía rencillas. Al verlo, exclamó: -¡Aquí estás, perro chambergo[9]! Y sin decir más, le soltó un balazo a bocajarro, matándolo instantáneamente. Lorencillo, que se encontraba cerca, se aproximó para preguntar qué había pasado. Algunos de los cautivos le explicaron y entonces el Almirante, acercándose al mulato, le inquirió: -¿Por qué lo mataste?– El negro, altanero, respondió sin más: -Porque éramos enemigos.- Lorenzo de Jácome lo miró fijamente a los ojos, acción que el asesino no pudo sostener. -¿Y por eso lo has matado a sangre fría?- Gritó. -¡Pues entonces tú también morirás, perro!- El estampido de su carabina resonó en el lugar hasta que poco a poco se diluyó en el atardecer. Las olas del mar cubrieron ambos cuerpos con su espuma, como si de un sudario se tratara.[10] [11] [12]
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En los Hornos, la población fue poco a poco embarcada a la isla de Sacrificios, siendo necesarios continuos viajes en barcos, piraguas y lanchas para llevarlos a todos hasta las cinco de la tarde, hora en que finalizó el éxodo.
[1] Juan Ávila, “Pillage de
la ville de Veracruz par les pirates le 18 Mai 1683 (Expedición de Lorencillo),
en Amoxcalli (sitio web), consultado
el 1 de septiembre de 2018, http://amoxcalli.org.mx/paleografia.php?id=266,,
f. 6
[2] Ávila, op. cit., ibídem
[3] Francisco Javier Alegre, Historia de la Compañía de Jesús en Nueva España, J. M. Lara, México, 1842, p. 38
[4] Alegre, op. cit., ibídem
[5] Ávila, op. cit., ibídem
[6] Uluapa Senior, “Combate en la plaza de Armas de la Nueva Veracruz”, Veracruz Antiguo, https://aguapasada.wordpress.com/2013/05/18/1683-combate-en-la-plaza-de-armas-de-la-nueva-veracruz/ (consultado el 25 de enero de 2022)
[7] Agustín de Vertancurt, Crónica de la provincia del Santo Evangelio de México. Tomo III, Imprenta de I. Escalante, 1871, p. 244
[8] Diego de Rivera, “Relación verdadera de la entrada que hizo el enemigo a la ciudad y puerto de la Nueva Veracruz con lo sucedido en un aviso que entró en ella en abril de este año de 1683. Escrito por el bachiller D. Diego de Rivera presbítero”, en Papeles varios del reinado de Felipe IV. Tomo II, p. 237
[9] La palabra chambergo se refiere a un tipo de sombrero que llevaban ciertos cuerpos militares del s. XVII, con ala ancha, una cintilla que rodeaba la copa y colgaba por detrás y frecuentemente adornos de pluma, como los sombreros de los conocidos mosqueteros. También la forma femenina chamberga se refería al tipo de casaca o levita que gastaban. Esta forma castellana procede del nombre que se daba a un regimiento, regimiento de la Chamberga, de soldados que usaban estas prendas.
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