Por Luis Villanueva
(*) Ensayo
ganador del tercer lugar en el 2° concurso regional de ensayo 2015 del Centro
INAH
Veracruz.
La llegada del nuevo virrey
Zúñiga y Acevedo (1595) fue de importancia para Veracruz, pues es él quien
concreta el traslado de la ciudad desde río Jamapa a los arenales fronteros a
San Juan de Ulúa (1600). Sin embargo, durante su mandato no se realizaron
grandes cambios estructurales en la fortaleza. Entre las pocas que llevaron a
cabo está la conclusión de un terraplén en la Torre Vieja, que se realizó por
ser “obra más forzosa y necesaria” (Hanke, Los virreyes españoles en América
durante el gobierno de la casa de Austria, 1977, págs. 231-236).
Así transcurrieron las
primeras dos décadas de este siglo sin llevarse a cabo cambios de importancia
en la fortaleza. En 1621, fue nombrado Virrey de la Nueva España Diego Carrillo
de Mendoza y Pimentel, marqués de Gelves, quien al llegar al puerto de San Juan
de Ulúa y por encargo del rey Felipe III, realizó un reconocimiento al fuerte acompañado
de algunos peritos en la materia. Esto debido a se tenía proyectado fortificar la
fortaleza. Ese mismo año, el virrey envió al ingeniero holandés AdriánBoot como técnico y director de las obras a realizar en Ulúa,
pues su fortificación era el de “más importancia y necesidad de este reino” (ïbid,
Pág. 40)
El proyecto de Boot (en
conjunto con el grupo de peritos que acompañó al virrey en su inspección a
Ulúa), consistió en hacer una cortina que partiera desde la Torre Vieja con
dirección noreste, para rematar en el borde del canal del norte con un torreón.
Esencialmente era el mismo proyecto propuesto en el año de 1600 (ïbid, Pág. 40), pero tampoco se llevó a cabo y de él sólo nos quedó una copia hecha por la empresa Ruffoni de Florencia, de un bello dibujo a color realizado por Boot, en donde se muestra a la Nueva Veracruz (la ciudad de Tablas, de Paso y Troncoso) en un amanecer cualquiera a la sombra protectora de la fortaleza de San Juan de Ulúa.
El 12 de septiembre de 1625,
arribó a la Nueva Veracruz el Virrey de la Nueva España, Rodrigo Pacheco y
Osorio, el marqués de Cerralbo, para sustituir al marqués de Gelves. Junto con
el virrey también viajó el dominico y misionero inglés Thomas Gage. Este
personaje nos legó una impresión del puerto y su fortaleza a su llegada.
“La rada está defendida por
una roca, donde se estrellan los vientos más furiosos […] Y además en una roca
que hay como á distancia de un mosquetazo delante de la población, en donde los
Españoles han construido un fuerte o ciudadela y siempre mantienen guarnición
aunque corta. En el pueblo no se ve gente de guerra ni fortificación alguna: la
roca le sirve de muralla y defensa. Más del amparo que da al puerto contras los
vientos del Norte aquella roca, no se atreven los bajeles a fondear en la bahía
sino al pie mismo del castillo, y aun allí se creerían mal seguros, como no se
amarraran con gruesos cables á las argollas, puestas para ese intento en la
roca” (Gage, 1838, págs. 65,
71-72).
La descripción anterior
hace ver que, para ese año, la fortaleza seguía manteniendo la misma estructura
que a principios de ese siglo. Cerralbo solo dotó a Ulúa con una “muy buena
artillería gruesa” traída de Filipinas. El virrey posteriormente expresaría,
como justificación ante la poca obra militar: “en la ciudad de Veracruz se ha
hecho lo que ha permitido el sitio y terreno…” (Hake, op. Cit.
Pág. 269-290).
Con la llegada al gobierno
(1635) del virrey marqués de Cadereyta, se continuó con el reparo de Ulúa
(Quijano, Op. Cit. pág. 43). En el año de 1658, fue nombrado castellano de la fuerza de San Juan de Ulúa don Francisco Castejón. Una vez en el mando y tras realizar una inspección de la isla, la consideró muy débil, por lo que propuso la construcción de un puesto en el arrecife de La Gallega, en
donde podría cruzar fuegos con la fuerza principal de la fortaleza en caso de un desembarque.
En el año de 1669, Fernando
de Solís y Mendoza, corregidor de Veracruz y castellano de San Juan de Ulúa,
escribió una carta al rey en donde le explica que el castillo carecía de:
“las regulares defensas
que debiera, por ser una figura trapecie prolongada, aun sin la forma de
paralelogramo, con cortinas corridas a fin de que sirva de abrigo para los
navíos como muelle […]”.
Para remediar lo anterior
propuso levantar una media luna para cubrir la puerta del castillo por su lado
norte, así como hacer un foso de extremo a extremo de la isla por donde entrara
el mar, entre otras mejoras. Por esas fechas llega a Veracruz el ingeniero
militar Marcos Lucio, que por órdenes del virrey debía inspeccionar a Ulúa y
revisar los reparos propuestos por el castellano de Ulúa, quedando de acuerdo
con la propuesta de este último. La media luna fue terminada a mediados de
agosto de 1670. La obra del foso quedaría sin ejecutarse. (Íbid.Pág. 83-84).
El 7 de mayo del año 1681,
fondeó en la rada de la Nueva Veracruz el virrey de la Nueva España el conde de
Monclova. En 1682, llega al el capitán de Infantería de Alemanes e ingeniero
militar Jaime Franck. El 17 de mayo de 1683, se dio el sorpresivo asalto de 800
filibusteros dirigidos por Michael de Grammont, Laurent de Graff (Lorencillo) y
Nicolás Van Horn a la población de la Nueva Veracruz. El papel jugado por Ulúa
en este hecho no fue preponderante, pues solo fungió como mudo e impotente
testigo de las atrocidades cometidas por los bucaneros contra la población
inerme. Sin embargo, esto sirvió como detonante para que las autoridades
virreinales se abocaran a una mayor fortificación en Ulúa.
Sería el ingeniero Frenck
el encargado de transformar, en menos de cinco años, completamente a Ulúa; pasando
de ser una muralla entre dos torres, a un recinto abaluartado y cerrado por los
tres extremos restantes, para con ello dar lugar a una fortaleza de planta
rectangular. En su interior se instalaron un hospital, iglesia y la casa del
castellano. Se construyó en el lado oeste una puerta por donde ingresaban los
barcos a una dársena construida en el interior de la fortaleza; también erigió dos
medios baluartes, el de Santiago y el de la Soledad e igualmente añadió el
baluarte de San Pedro Estas obras fueron concluidas en mayo de 1693 (Quijano,
Anuario de Estudios Americanos, 1949).
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